Capítulo 5: La Medicina en el Mundo Árabe

Los orígenes, expansión y consolidación del mundo árabe aparecido subsiguientemente a la muerte de Mahoma, constituyen un tema que excede ampliamente a mis escasos conocimientos, así que no aburriré al lector contándole los pocos lugares comunes e ideas generales que pueda yo tener, pero el caso es que durante los siglos VII y VIII, diversas tribus árabes, cuyo factor común fue la religión Islámica, se extendieron desde la Península Arábiga por el norte de África y cruzando el Estrecho de Gibraltar llegaron hasta los Pirineos, mientras por el este, partieron desde Oriente Medio y Persia y llegaron hasta la India.

Una vez consumada la ocupación bélica, los invasores árabes respetaron la cultura de cada pueblo que habían conquistado, asimilándose a ella. Esta permisividad y respeto por lo que hoy llamaríamos la población civil, y por su cultura, aunque no por su religión, pues en la mayoría de los casos se les obligó a abrazar el Islam, dio como resultado la gran riqueza intelectual y el esplendor económico desarrollado en apenas 100 años, bajo el dominio de los Califas.  

En las tribus que poblaron la península Arábiga antes de la llegada de Mahoma, (nacido entre el 570 y el 580 y muerto el 8 de junio del 632) se practicaba una medicina pretécnica con sus consabidos componentes de ignorancia, superstición y remedios empíricos. Pero, desde los primeros tiempos de expansión del Islam, los árabes tomaron ciudades griegas, sirias y persas, como Alejandría, Nisibis y Gundishapur, lo que les permitió entrar en contacto con lo mejor de la cultura de esa época, y ellos no sólo no las destruyeron sino que increíblemente receptivos, las asimilaron y "arabizaron" su saber.

Los Califas se asentaron en las ciudades conquistadas, protegiendo su cultura, las engrandecieron y las dotaron de instituciones culturales: una Academia, una Mezquita y una Escuela de Medicina. Las Academias de Bagdad, Samarcanda, Damasco y Basora, fueron creadas entre los siglos IX y X, mientras que las españolas de Córdoba, Toledo, Sevilla y Murcia, se crearon más tarde, entre los siglos X y XI. Bajo sus Califas, en ellas se tradujeron y divulgaron obras de Hipócrates, Dioscórides, Platón, Aristóteles, Euclides, Ptolomeo, Galeno, Alejandro de Trelles, Pablo de Egina. La creme de la creme. También se tradujeron obras asirías y persas; y dos tratados indios: el Susruta y el Characa, auténticas recopilaciones del saber de este pueblo escritas hacia el siglo V después de Cristo. En ellas también se hicieron avanzar espectacularmente la alquimia, la astrología, la farmacia y las matemáticas.  

En Bagdad, en el siglo IX se creó una "Casa de la Sabiduría" en donde se centralizó toda esta inmensa labor de traducción y por consiguiente de recopilación de conocimientos. Al lado se construyó un hospital en el que médicos árabes y de otras partes del mundo aprendieron y practicaron la medicina técnica griega. La primera farmacia que conocemos como tal, se estableció en este centro.  Conocemos a dos de sus médicos: MESUE que fue su director, y a su discípulo HUNAIN, quien siguiendo la medicina de Galeno escribió su obra más importante la ISAGOGE, que más adelante será traducida al latín y se convertirá en texto médico fundamental en las universidades medievales cristianas.

La escuela de Hunain tradujo todo el Corpus Hipocrático, así como obras de Galeno, Dioscórides, Oribasio y Pablo de Egina. Solamente Hunain escribió mas de un centenar de obras, la mayoría de temas médicos. Por este trabajo de traductor y de autor se le considera el gran "recopilador" del saber grecorromano, de manera que, gracias a la difusión de sus obras, el mundo cristiano medieval tendrá acceso a estos conocimientos, que habían sido "censurados" unos siglos antes por los primeros cristianos.

En el siglo IX , también vivió Serapión el Viejo, quien reunió en su obra, substancias medicamentosas procedentes del mundo griego y arábigo, especificando formas de preparación de medicamentos con ellas, su conservación y posibles falsificaciones; cita el semen contra. También su obra fue traducida al latín.

RHACES nació en Raii ( Persia) en el siglo IX; fue profesor de medicina en la escuela médica de Bagdad, muy meticuloso en su trabajo, escribió un tratado de medicina, el "Liber medicinallis ad Almansorem", también muy influenciado por Galeno, en el que trata de la preparación de medicamentos; un Antidotario; y una descripción de drogas y compuestos químicos usados en farmacia como sales de nitro, sulfatos de hierro y cobre, cloruro de mercurio. Fue la primera gran figura de la medicina árabe y sin duda su mejor clínico. Tuvo un interés particular por las formas farmacéuticas, recomendando las píldoras como manera de administrar medicamentos de forma agradable y eficaz.

Mientras tanto, en Córdoba (España), la dinastía omeya había fundado un Califato que durante los siglos X y XI alcanzó su máximo esplendor, convirtiéndose en el foco principal de la cultura árabe en ese momento. El primer médico cordobés importante fue ABULCASIS. Gran cirujano, mejoró sensiblemente el instrumental quirúrgico llegando a utilizar tenazas, trépanos, bisturís, sondas, éspeculos, etc ... Su "Liber Servitoris" está dedicado a la química medicinal, y también será muy estudiado por los farmacéuticos cristianos de siglos posteriores.

AVICENA (980 - 1.037) fue filósofo, teólogo, astrónomo, político, escritor, comilón y mujeriego: también, por supuesto, médico. Fue un hombre de una memoria prodigiosa, brillante y polémico, de manera que estuvo varias veces en la cárcel a lo largo de su vida, circunstancia que aprovechó para escribir algunas de sus obras más importantes. De todas estas, la que más sobresale es su CANON MEDlCINAE. En ella se aprecia la influencia de Dioscórides y sobre todo de Galeno, así como de la medicina india. Este Canon consta de 5 libros, divididos en disciplinas, tratados, secciones y capítulos. De los 5 tomos del Canon, 2 se dedican al trabajo del farmacéutico: el 2° a los simples medicinales, y el 4° a los compuestos; en ellos se contiene una relación completísima de medicamentos, normas de preparación de estos y un tratado sobre venenos. Nombra medicamentos de procedencia persa, india y griega. Introduce el dorado y plateado para las píldoras. Entre los simples, nombra la Kamala y el café. El canon de Avicena fue traducido al latín en el siglo XIII, convirtiéndose en un texto fundamental para el farmacéutico hasta el siglo XVIII. Durante estos 5 siglos fue considerada la figura más importante de la medicina, después de Galeno. Durante los siglos XII y XIII, en Córdoba vivieron tres médicos importantes: Avenzoar, Averroes y Maimonides.

AVENZOAR fue clínico, terapeuta y dietista.

AVERROES (1126-1198), como filósofo, intentó acomodar el pensamiento de Aristóteles dentro de la filosofía del Islam. Cómo médico, nos dejó una obra fundamental, también influenciada por Galeno, el LIBER UNIVERSALIS DE MEDICINA o COLLEGET. Con una personalidad inmensa y discutidísima, fue el primero en observar que una persona que había pasado la viruela, y había sobrevivido a la experiencia, no volvía a pasarla jamás por segunda vez.

MAIMONIDES ( 1135-1204) no fue árabe, sino hebreo, y como tal, desde su fe, intentó también asimilar a Aristóteles. Nos ha dejado escritos trabajos sobre toxicología, higiene y dietética. Hombre profundamente ético, en estas obras también quedó reflejada su profunda implicación personal con sus enfermos. Publicó un glosario de términos médicos, y un tratado de venenos.

En general, los árabes como médicos supieron poca anatomía - no practicaron la disección - y su fuente de información en esta materia fue Galeno, por lo que arrastraron sus errores. Este fue, quizás, su gran fallo. Una excepción: el médico egipcio IBN NAFIS (1210-1288) que fue el primero en descubrir la circulación menor de la sangre, negando la existencia de poros en el tabique interventricular. Pero fueron grandes cirujanos, que dieron un empujón impresionante a la oftalmología y a otras ramas de la cirugía. Bajo sus conocimientos funcionaron grandes escuelas de Medicina en Bagdad, El Cairo y: Damasco y se construyeron grandes hospitales por todo el Islam, de reconocido prestigio en su tiempo donde se prestaba asistencia medica y se impartía la enseñanza de la medicina.

En el siglo XIII nació en Málaga el botánico IBN al BAYTAR que escribió una Gran recopilación sobre las virtudes de los remedios y alimentos simples conocidos" en la que describe 1500 drogas de origen vegetal y 150 de origen animal con su aplicación terapéutica. El compendio más grande de materiales farmacéuticos del mundo árabe. Por esta época ya se habían hecho los primeros jardines botánicos dedicados al estudio de las plantas medicinales. Los árabes introdujeron en España el cultivo del arroz, la alfalfa y del algarrobo. También usaron piedras preciosas y como alquimistas de pro, buscaron su piedra filosofal capaz de convertir los metales en oro, y proporcionar el elixir de la eterna juventud.

En resumen, a los árabes, nosotros los farmacéuticos les debemos el nacimiento de nuestra profesión. El mundo de la botica y de la química que ellos fueron capaces de crear era ya tan extenso, que no podía caber la menor duda de que para moverse con soltura por ellos, era necesaria la especialización.

Entre los años 775 y 785, ya había en Bagdad farmacias de propiedad privada. En el siglo IX, el hospital de Damasco cuenta ya con una farmacia bien equipada, a cuyo cargo están farmacéuticos. A principios del siglo X hay farmacias en Túnez; en el siglo XII, en Sevilla. En 1190, en la farmacia del gran hospital de Marrakech, trabajaban farmacéuticos con formación, integrados en la plantilla del centro como personal sanitario. El hospital contaba con un jardín de plantas medicinales.

ABU AL MUNA KOHEN AL ATTAR, farmacéutico hebreo que vivió en El Cairo, escribió en 1259 ó 1260 un Manual para la Botica, dedicado a su hijo, en el que además de enseñarle los entresijos de nuestra ya complicada profesión, le marcaba las directrices de lo que debería ser su ética profesional. Así le advertía de que la pulcritud era fundamental: balanzas, pesos y medidas debían estar siempre bien limpios, y le recomendaba la limpieza diaria de ellos. El establecimiento debía ser atractivo para el público, estar bien abastecido de medicamentos, y en relación con estos, actuar de manera que los que se estropeasen se debían tirar, y los que se acabas en, reponer. Se debía controlar rigurosamente el inventario, y se debía moderar los beneficios. Como farmacéutico debía observar el deber moral de socorrer al enfermo, aliviar su dolor y recuperar su salud, recomendándole que todo buen farmacéutico "ha de tener profundas convicciones religiosas, consideración para el prójimo, especialmente los pobres y los necesitados y sentido de la responsabilidad. Asimismo ha de actuar con prudencia y ser temeroso de Dios". Este código ético, aparte de tener una gran resonancia a lo largo de los siglos, siendo impreso por última vez en 1932, fue el primer código deontológico de nuestra profesión.

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María José Pérez-Fontán

María José es licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo cursado también estudios de Magisterio.

Estos textos son el resultado de meses de investigación y han sido publicados en España y Venezuela.

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