Capítulo 11: El Siglo XVIII. La Era de la Ilustración

 

"[…] Todo estado presente de una substancia simple es naturalmente una consecuencia de su estado anterior, de tal suerte que el presente está formando el porvenir […]". Esta frase de Leibnitz resume el pensamiento biológico del siglo XVIII. Este fue el siglo de la investigación seria y rigurosa, de la clasificación metódica, de la búsqueda de los peldaños perdidos, y sin embargo ciertos, que faltaban para completar la escala de la evolución; de la certeza de que todos las ramas de la Ciencia se necesitaban porque se complementaban, y el avance que se producía en uno de sus campos era rápidamente asimilado y aprovechado por todos los demás. "[…] La naturaleza no da saltos […]" decía continuamente Linneo.

La Farmacia, como una rama más de la Ciencia, se benefició de los espectaculares avances que en Medicina, Botánica y Química se produjeron durante este siglo.

 

1. LAS FARMACIAS

En el interior de las farmacias, durante los primeros años de este siglo se continuó con la labor renovadora iniciada en el siglo anterior, de manera que, en todas las reboticas, se prepararon junto a las formulas tradicionales, los medicamentos químicos, sin que ello supusiera ningún problema. Al mismo tiempo, el uso de utensilios y de métodos de trabajo mas modernos, se fue implantando progresivamente. Los conceptos y métodos antiguos quedaron superados definitivamente. Este replanteamiento científico de la profesión supuso en primer lugar la revisión de la interminable lista de medicamentos, muchos de ellos inoperantes y otros, muchos más, francamente perjudiciales, que abundaban en las Farmacopeas, y que, como consecuencia de los estudios farmacológicos que se empezaron a hacer ya durante el siglo XVII, a partir del XVIII salieron definitivamente de ellas. El método que se usó en la valoración farmacológica así como en el estudio clínico de los medicamentos fue el de "ensayo y error"; y fue desarrollado "in vivo" por los médicos en el ejercicio de su profesión, de manera que usando su intuición y su razonamiento progresaron hasta superar sus errores.
Las oficinas de farmacia tenían un aspecto semejante al del siglo anterior; en grabados de este siglo se aprecian algunas de gran magnificencia. El boticario del siglo XVIII fue un hombre rico y socialmente considerado.

Entre los utensilios que se popularizaron en este siglo, está el pildorero, que primero consistió en un peine de madera cuyos dientes estaban más o menos espaciados a lo largo de 20 cm. con el fin de señalar en los magdaleones los puntos por donde debía cortarse la pasta de las píldoras para que estas fueran todas iguales y con el tiempo fue sustituido por el de Baumé, semejante al que se usa hoy día. Los botes -alvarelos- de farmacia, con sus inscripciones representando los símbolos alquimistas, hechos de cerámica y ricamente adornados, se convirtieron en los recipientes obligados para conservar los medicamentos. El "ojo de boticario" era un armario de madera ricamente tallada y que se cerraba con llave, donde el boticario guardaba sus específicos mas preciados.

Entre los aparatos de medida estaban el aerómetro de Baumé, de peso constante y volumen variable y el de Fahrenheit de peso variable y volumen constante.
El termómetro fue modificado sucesivamente durante este siglo, primero por Fahrenheit quien le dio la forma que tiene hoy día, y lo graduó escogiendo la temperatura de una mezcla refrigerante como el punto 0°, la temperatura de fusión del hielo como el punto 32°, el calor de la sangre humana como el punto 96° y la temperatura del agua hirviendo como el punto 212°. Reaumur sustituyó en esta graduación el punto de fusión del hielo por el de congelación del agua, y dividió la escala termométrica en 80 grados. Después correspondió a Linneo la idea de hacer una escala centesimal y, por último, fue Celsius quien plasmó definitivamente esta graduación.

2. LOS MEDICAMENTOS

Los medicamentos durante este siglo experimentaron una autentica renovación: las clasificaciones presentadas por Linneo (1707 - 1778) en sus obras Systema naturae (1735), Species plantarum (1753), Systema naturae animalia (1759), y Systema naturae vegetablis (1759) supusieron el impulso definitivo de las Ciencias Naturales, y de ellas se beneficiaron todas las Farmacopeas: al imponerse un único criterio para clasificar animales y plantas, se pudieron eliminar todas aquellos que se describían de varias maneras distintas, lo que suponía su duplicidad, y se colocaron en su sitio todas aquellas que estaban mal clasificadas; es decir, se impuso el orden donde había el caos, y las Farmacopeas se volvieron cada vez mas concretas en la identificación y descripción de sus materias primas vegetales y animales.

En 1745 fue publicada una monografía de 19 páginas titulada "Antitheriaka: an Essay on Mithridatium and Theriac" en la que su autor William Heberden expuso su postura contraria a estos "medicamentos" a los que negó sus cualidades como antídotos, contra venenos, tóxicos y demás sustancias nocivas. Cómo Heberdon era un médico de prestigio muy respetado en la comunidad científica, sus opiniones fueron tenidas en cuenta, de manera que la Farmacopea de Edimburgo editada en 1756 fue la primera de la que desaparecieron la Triaca y el Mitridato. Sin embargo, las farmacopeas de Francia, Alemania y España siguieron manteniéndolos hasta el siglo XIX, y no desaparecieron definitivamente del mundo farmacéutico hasta el siglo XX, siendo su último reducto Francia, donde la primera farmacopea en la que no se nombraron fue el "Codex medicamentarius sive pharmacopoeia Gallica" editado en 1908.

A parte de las razones puramente científicas como las de Heberden en contra de la Triaca y del Mitridato, y que supusieron los primeros pasos para la desaparición de éstos, en los distintos países fueron apareciendo otras razones que indujeron a las autoridades medicas a ir eliminando de las paginas de sus farmacopeas otros muchos medicamentos. Estas razones fueron desde las de origen práctico como las que se esgrimieron en la ya nombrada Farmacopea de Edimburgo de 1756, de la que se eliminó todos aquellos remedios que nunca se habían prescrito, los que se habían conservado a través de la "superstición y credulidad popular", y los que provenían de la "costumbre establecida", hasta las directrices seguidas por las autoridades vienesas, para las que la idea de convertir a Austria en un país autosuficiente a nivel farmacológico les hizo eliminar de sus farmacopeas todas aquellas sustancias cuyas materias primas provenían de otros países.

Los cambios que se produjeron en el mundo farmacéutico fueron inmensos: hay que tener en cuenta que de este siglo son los trabajos de Stóck (ensayo clínico), de Leiden (farmacología), de Jenner (la vacuna de la viruela), y sobre todo, como luego veremos, fue el siglo de los grandes químicos y de los grandes botánicos.
La lista de sustancias que se ensayaron y se incorporaron al mundo clínico según sus cualidades farmacéuticas es interesantísima: de origen químico además de las ya conocidos, de las que se hicieron muchísimos estudios farmacológicos como las sales de mercurio y antimonio, aparecieron otros nuevos : carbonato básico de magnesio, subnitrato de bismuto, sulfuro de mercurio, cloruro barico, acido bórico, formol, mentol; el largo camino seguido en la búsqueda del mejor tratamiento contra la sífilis terminó gracias a los ensayos realizados por Van Swieten en la sala de sifilíticos del Hospital St. Marx en Viena, cuando a partir de 1755 y, de acuerdo con las conclusiones de este médico alemán, se impusieron en toda Europa los sublimados corrosivos para el tratamiento de la sífilis frente a los preparados mercuriales de Paracelso, y el viejo tratamiento con gayuba aplicado por los españoles. Aparecieron las primeras sustancias orgánicas, y el primer anestésico (N02) conocido en el mundo.

Antoine de Lavoisier en su "Traité élémentaire de chimie" introdujo un nuevo sistema de nomenclatura química; aunque en algunos casos este sistema indujo a la confusión, al no disponerse todavía de los conocimientos necesarios como para identificar los componentes de cada compuesto químico, según se fue desarrollando la marcha analítica, el sistema ideado por Lavoisier permitió encajar cada elemento en su sitio, lo que se tradujo en una identificación más científica de las composiciones químicas y, por lo tanto, una mejor organización de las farmacopeas. Así que de alguna manera, Lavoisier fue, a la hora de clarificar el panorama de los medicamentos químicos, lo que fue el trabajo de Linneo a la hora de concretar el campo de los simples de origen vegetal.

De los estudios realizados sobre sustancias de origen animal destacan los trabajos sobre venenos de víboras realizados por el fisiólogo italiano Felice Fontana, y los estudios sobre el aceite de hígado de bacalao.

Los trabajos que desembocaron en el descubrimiento de la vacuna contra la viruela vinieron de lejos en el tiempo: ya desde la antigüedad, los médicos chinos preservaban contra esta mortal enfermedad insuflando polvo obtenido de costras de pústulas variolicas secas por la nariz de personas sanas.

En Europa, desde hacia varios siglos, se tenia la costumbre de, ante una epidemia de viruela, mojar la punta de agujas en el pus de enfermos variólicos y pinchar con estas agujas a personas sanas.

El médico alemán Peter Plett fue el primero en observar que las personas que habían padecido una variedad de la viruela (la vacuna) no padecían la variedad humana.

Al medico ingles Eduardo Jenner le llamó la atención la sabiduría campesina de que las personas que ordeñaban las vacas y cuyas manos, muchas veces con heridas, estaban en contacto con pustulas de la piel de vacas con viruela, no se veían afectadas por la variedad humana de la enfermedad. Durante el ejercicio de su profesión ( fue medico rural durante mas de 20 años) observó constantemente este hecho, y él mismo inoculó pus tomado de una pústula de una campesina que se había infectado de una vaca enferma de viruela, al niño James Phipps y luego intentó contagiarle de viruela humana y no lo consiguió.

Cuando 2 años después publicó un trabajo dando a conocer al mundo científico su descubrimiento, la polvareda que su opúsculo levantó fue inmensa; finalmente su mérito fue reconocido en toda Europa. La vacuna de Jenner fue la primera aplicada sistemáticamente en la historia de la humanidad. España fue el primer país que declaró obligatoria la vacunación contra la viruela (1805),y llevó la vacuna a América, Filipinas, Macao y Cantón. Para ello, se organizó la expedición de Francisco Balmes en la que se llevaron niños a los que se les iba inoculando en sucesivos pases la vacuna, única forma que se conocía en aquella época para conservar activo el medicamento.

Entre los medicamentos de origen vegetal aparecieron el aceite de ricino usado como purgante; el colchico y el acónito usados como diúreticos; la cicuta y el beleño usados como calmantes y narcóticos; el estramonio usado como sedante y antidepresivo. La infusión de hojas de belladona era conocida por las mujeres del Imperio Romano por su propiedad de aclarar la piel; en este siglo la Atropa belladona fue usada en medicina por sus propiedades anticolinergicas. El gran salto para el estudio de esta planta se dará en el siglo XIX cuando farmacéuticos químicos logren extraer de ella sus alcaloides. También se usó el helecho macho como antihelmíntico. De América trajeron la polígala, usada contra las mordeduras de serpientes y como inductora de la secreción láctica; la ratania; la angostura...

Como preparaciones galénicas, en este siglo se usaron muchas, las mas frecuentes fueron: polvos de Dover: opio más ipecacuana; el licor arsenical de Fowler; el agua de laurel; el agua de Goulard o agua vegetomineral.

William Withering estudió la digitalis purpúrea: preparó con ella infusiones, de las que descubrió sus propiedades diuréticas, por lo que la usó contra la hidropesía y sus propiedades cardiotónicas por lo que la usó como regulador de la actividad del corazón y realizó con ella un estudió sobre como alteraba el pulso. Los preparados fosforílados estuvieron muy de moda durante este siglo.

Inglaterra fue el primer país que autorizó la venta en exclusiva de un medicamento: creó las patentes farmacéuticas.

Francia fue el primer país que acabó con los remedios "secretos" cuando impuso la norma de que un medicamento antes de ser puesto a la venta debía pasar un control sanitario del que se encargaba una comisión compuesta por médicos, cirujanos y farmacéuticos que exigía saber sus composición.

A parte de la prescripción de los distintos medicamentos, a la hora de tratar una enfermedad se desarrollaron durante este siglo otros métodos curativos:

1. Métodos tísicos: aunque ya en la Grecia clásica se usaba la gimnasia para combatir enfermedades, durante este siglo, el medico sueco Ling creó unas tablas de gimnasia especificas como método terapéutico, las que se popularizaron como gimnasia sueca.
2. Electricidad: los descubrimientos de Galvani y Volta, hicieron a los médicos pensar en el posible uso de la electricidad como un nuevo medicamento: mientras algunos intentaron curar ciertas enfermedades (generalmente las de origen nervioso) aplicando descargas eléctricas, otros médicos desarrollaron la teoría de que los poderes curativos de las drogas se debían a sus cualidades eléctricas.
3. Mesmerismo: esta teoría ideada por Mesmer, sostenía que los cuerpos celestiales por medio de efluvios eran capaces de ejercer una acción sobre el sistema nervioso de los enfermos. Andando el tiempo, en el siglo XIX, a partir de las ideas de Mesmer se desarrollaron las técnicas de hipnotismo.
4. A este siglo también pertenecen dos teorías sobre la Creacion cuyos conceptos marcaron de alguna manera el desarrollo posterior de todas las ciencias: me refiero a la Teoría de la Evolucion (Leibnitz, Carlos Bonnet), que sostenía que todos los seres vivos dependen para su existencia de una escala en la que no puede haber saltos, lo que hizo que sus seguidores se dedicaran a buscar en la Naturaleza los tramos que les faltaban, y la Teoría de la Generación Espontánea (Nedham, Buffou), que defendía la posibilidad de que la vida surgiera de la "fuerza vegetativa".

3. LA LITERATURA FARMACEUTICA: LOS DISPENSARIOS

Los profesionales británicos, que legalmente ejercían a la vez como médicos y farmacéuticos, desarrollaron, desde el siglo XVII y sobre todo durante el XVIII, un tipo de literatura con la que intentaron complementar la información sobre los medicamentos que se veía excluida de las farmacopeas por la propia limitación de estas. Tradicionalmente, en las farmacopeas se daban listados de fármacos y sus formulas de elaboración, pero en ellas no tenían cabida otros detalles básicos a la hora de su prescripción. Los Dispensarios fueron escritos por profesionales de la medicina, a título privado, y en ellos se expuso información personal como las indicaciones sobre el mejor uso de los medicamentos, así como los estudios clínicos realizados sobre ellos y sus conclusiones.

Los Dispensarios más famosos fueron: la "Pharmacopoeia Bateana" escrita por George Bate, la "Pharmacopoeia extemporanea" escrita por Thomas Fuller y la "Pharmacopoeia officinalis and extemporanea, or a compleat English dispensatory" de John Quincy. Todas alcanzaron varias ediciones y fueron traducidas al latín, español, alemán y francés y portugués.

A partir de la obra de Quincy, William Lewis publicó la más popular de todas ellas: el "New Dispensatory" apareció en 1753, según su autor como "corrección y mejora de la de Quincy", y llegó a ver publicadas en su vida hasta 7 ediciones de su obra. Lewis empezó su obra con un estudio sobre los elementos de la farmacia, y seguidamente la dividió en tres partes.

"[…] La farmacia es el arte de preparar y componer sustancias naturales y artificiales con fines medicinales, de una forma que resulte adecuada a sus propiedades respectivas y a la intención de curar […]", la definió Lewis. La dividió en dos clases: galénica y química, y distinguió entre componentes teóricos y componentes prácticos.

La primera parte de la obra la dedicó a la materia médica. Ordenó los medicamentos: 1. Según su función en el organismo: diuréticos, eméticos, catárticos, narcóticos... 2. Según sus cualidades sensibles: ácidos, astringentes, absorbentes... 3. Según el orden alfabético en latín, explicando al lado de cada uno, su nombre botánico, una descripción, el lugar de origen, las partes que se utilizaban, los usos medicinales y los comentarios sobre sus aspectos clínicos. La segunda parte de la obra la dedicaba a la descripción de los compuestos oficiales: era una "Pharmnacopoeia officinalis".dividida en 26 categorías de preparados galénicos (preparaciones metálicas, polvos, licores, destilados, jarabes, píldoras, pomadas …), sus formulas, preparación y conservación. La tercera parte de la obra era una "Pharmacopoeia Extemporanea", es decir, la descripción paralela de los medicamentos "no oficiales", los no reconocidos por los Colegios Médicos de Londres y Edimburgo, pero que el farmacéutico debía conocer y preparar.

Esta obra, aunque contiene los errores médicos de su época, es, por su estructuración y por el estudio claro y exhaustivo que hace de los medicamentos, un auténtico hito en el campo de la literatura científica.
Y, por supuesto, trajo cola: a partir de ella, Charles Websber y Ralph Irving escribieron, en 1786, el "Edinburgh New Dispensatory" cuya innovación fue la de hacer hincapié en los medicamentos químicos describiéndolos en un apartado que titularon "Elementos de química farmacéutica" y usar la nomenclatura de Linneo. Entre 1786 y 1830 aparecieron sucesivas revisiones de esta obra en las que se puede apreciar la evolución de la ciencia medico-farmacéutica durante esos años, así como constatar sus progresos y sus errores.

4. LAS TEORIAS MEDICAS

Pero aunque el conocimiento médico iba ya por buen camino, y el campo de los medicamentos a administrar ya estaba notoriamente clarificado, todavía durante el siglo XVIII el estado de esta ciencia siguió en pañales: persistían enormes lagunas en el conocimiento de la fisiología humana, no se sabia nada de su bioquímica, los métodos de diagnóstico de las enfermedades estaban aun por desarrollar. Todavía no se conocía el sistema reproductivo humano, que se seguía considerando facultativo del hombre y en el que la mujer desempeñaba exclusivamente el papel de "vasija". Durante el siglo XVI, el médico belga Andrés de Vesalio (1514 - 1564) realizó unos estudios anatómicos sobre cadáveres humanos. Su obra "De humanis corporis fabrica libri septem" (Basilea, 1543), fue el punto de partida para el conocimiento exacto del cuerpo humano, y, por consiguiente, el primer paso para que desaparecieran del campo médico, de una vez por todas, los errores anatómicos arrastrados desde Galeno (“[…] ¡y tú Galeno, que te dejaste engañar por tus monas!(..)” le reprochó Vesalio al viejo maestro, en el prólogo de su Fabrica ), y en la que sentó las bases para considerar al cuerpo humano como un edificio vivo, dotado de una triple estructura, arquitectónica, interrelacionada y animada, y capaz de desarrollar tres facultades: la facultas naturalis, la facultas vitalis y la facultas animalis. Estas conclusiones sirvieron de base para muchas teorías médicas elaboradas durante los siglos posteriores, alcanzando su mayor altura médica en los grandes tratados de anatomía escritos a finales del siglo XVIII. Me refiero a la " Exposition anatomique de la structure du corps humain" publicado en 1732 por T. B. Winslow, al "Traité d'anatomie" (1792) y el "Systéme anatomique" (1792) de F. Vicq d"Azyr y a "Sobre la estructura del cuerpo humano" aparecido entre 1791 y 1796 y escrito por S. Th, von Sómmerring. Durante la Ilustración, gracias a las numerosas disecciones de cadáveres que se practicaron, el conocimiento de la anatomía humana logró ser mas que aceptable: se estudió a fondo el aparato circulatorio; el corazón, incluso el fetal; el sistema linfático; el aparato digestivo; el peritoneo; el aparato respiratorio y el fonador; los aparatos genitales masculino y femenino; la estructura renal.

Se exploró atentamente el sistema nervioso: el líquido céfalo-raquídeo; diversos pares craneales y ganglios llevan el nombre de médicos de esta época que fueron sus descubridores. Se hizo el primer descubrimiento del sistema nervioso vegetativo: los ganglios simpáticos fueron descritos por Winslow como "cerebra secundaria". Se estudió detalladamente la anatomía del ojo y del oído. Todos estos avances anatómicos se fueron incorporando a la práctica médica, y por lo tanto a la farmacéutica.

Sin embargo, los médicos del siglo XVIII, a la luz de la mentalidad desarrollada en este siglo de la Ilustración, siguieron buscando la respuesta a la misma pregunta planteada desde los albores de la medicina. En el desarrollo de sus teorías médicas siguieron prácticamente el mismo esquema de siempre: un médico en su vida profesional veía organismos que en un momento dado habían pasado de estar sanos a enfermar y se preguntaba el por qué: entonces elaboraba su propia teoría sobre el funcionamiento del cuerpo humano, desde ella buscaba la causa de la enfermedad y, para superarla, escogía de entre la despensa farmacéutica disponible aquella gama de medicamentos que a su juicio iban a corregir el desajuste orgánico que había desencadenado la crisis. Los avances médicos fueron puntuales. Por otra parte, en este siglo la figura del niño, amparado por el espíritu ilustrado y pre-romántico que se vivía - los niños le deben mucho a J. J. Rousseau-, adquirió una gran relevancia como ser humano. Esta toma de conciencia por parte del mundo adulto sobre la importancia de la protección del mundo infantil, hizo que se potenciara la pediatría: se fundaron los primeros hospitales infantiles en Londres (1769) y en Viena (1787); por primera vez se estudiaron correctamente ciertas enfermedades infantiles como estenosis pilórica congénita, la ictericia del recién nacido, la hidrocefalia, varicela, escarlatina, paperas...

En cuanto al desarrollo de las teorías médicas mas importantes, durante el siglo XVII, la Yatroquímica de Francisco de Btie, se vio superada por la Yatrofísica de Sanctorius; en este siglo XVIII, esta segunda se vio desplazada por la teoría del "Solidismo" de Hoffmann que sostenía que la enfermedad aparecía cuando las partes del cuerpo humano estaban demasiado relajadas o demasiado tensas: entonces los medicamentos que se debian administrar eran sedantes, tónicos, alterantes y evacuantes. Hoffmann desarrolló su medicamento mas conocido, el "licor de Hoffmann" o"sedante de Hoffmann' que llevaba en su composición alcohol de éter sulfúrico.

Al mismo tiempo, otro médico Ems Stahl sostuvo que la base de la salud y la enfermedad era el "animus", el alma, encargada de mantener el ritmo vital del organismo, cuando se alteraba este ritmo, el cuerpo perdía su tono. Los medicamentos eran entonces los encargados de reestablecer el ritmo vital perdido. A finales del XVIII, médicos de la Universidad de Montpellier, recogen la teoría de Stahl, y reemplazan en ella el "animus" por el "principio vital": esta teoría del "vitalismo", de gran impacto en la medicina francesa, estuvo vigente hasta finales del XIX.

Para el médico escocés William Cullen (1712 - 1790), padre de la patología vitalista escocesa, la base de la salud y la enfermedad estaba en un "principio nervioso" que mantenía el tono relajado o tenso del organismo; por lo tanto, los medicamentos a administrar debían ser irritantes, si había que contrarrestar un tono relajado y emolientes, si el tono era demasiado tenso.

Esta teoría se llamó del "strictum et laxum", se enmarcó en el estudio del sistema nervioso central, sobre todo en los trabajos realizados por el médico suizo Albrech von Hallen sobre la fisiología de la función nerviosa muscular, y tuvo seguidores como el medico escocés John Brown (1734 - 1788), creador del "brunoniamismo" que fue discípulo de Cullen en Edimburgo, y, para quien, la enfermedad se debía a una tensión excesiva o a una relajación excesiva del organismo, por lo tanto, los medicamentos debían ser relajantes o estimulantes, y como tales usaba el opio y el coñac.

La teoría de Brown fue aplicada en Estados Unidos por otro discípulo de Cullen, Benjamin Rush, pero extremándola hasta sus últimas consecuencias: para Rush todas las enfermedades tenían como única causa una acción convulsiva en el sistema debida a la hipertensión de los vasos sanguíneos. El tratamiento que empleó fue a base de sangrías y purgas drásticas para las que administraba calomelanos y eméticos fuertes.
Ha llegado a decirse que la medicina de Rush -a la que se le llamó "medicina heroica"- causó mas muertes en este siglo que la Revolución Francesa; aplicada como sistema terapéutico, hacia sufrir verdaderamente a los enfermos a los que acababa matando.

Como respuesta ante tanta barbaridad, durante el siglo XIX van a aparecer medicinas incruentas como la Medicina Homeopática y el Thomsonianismo.

5. LOS GRANDES QUIMICOS

La aparición, el desarrollo y la consiguiente controversia que se produjo alrededor de tres teorías químicas sirvieron de motor para el espectacular desarrollo de esta ciencia a lo largo de este siglo. Estas teorías fueron:


Las tres, lógicamente, influyeron en el desarrollo de la Farmacia. Además de ellos aparecieron otros muchos farmacéuticos-químicos cuyos trabajos fueron importantes.

1. Becher admitió como constituyentes de la materia el aire, el agua, y las tres tierras: una mercurial, otra fusible o vítrea, y una tierra inflamable que desaparecía durante la combustión. A partir de este último componente elaboraría Sthal se famosa teoría del Flogisto.

2. El medico alemán Jorge Ernesto Sthal (Ansbach, 1660 - Berlin, 1734) gozó en vida del suficiente prestigio profesional como para que sus teorías fueran escuchadas y admitidas en toda Europa. Su obra principal la tituló "Theoria medica vera"(1708). Para este catedrático de Química y Medicina, y médico personal del rey Federico I de Prusia, durante la combustión se separaba algo de la materia por un fenómeno de desdoblamiento, de manera que su famosa teoría sobre la composición de la materia la formulaba así: si los cuerpos ardían o se calcinaban, era debido a que durante el proceso se separaba algo de ellos a lo que llamó FLOGISTO, y que era un constituyente de la mayoría de los cuerpos que los hacía tanto mas combustibles cuanto mas cantidad de flogisto contenían en su interior. De modo que los cuerpos (la materia) estaban formados por Flogisto + cal = materia y si a la cal se le añadía flogisto: cal + flogisto = materia para añadir flogisto a la cal había que calcinar la cal junto a un cuerpo que contuviera mucho Plogisto y que fuera capaz de cederlo.
Para llegar a esta conclusión Sthal hizo el siguiente experimento:

* Primero: fijó el acido con potasa, formándose SO4K2
* Segundo: calentó este SO4K2 con carbón vegetal (donador de flogisto), obteniendo un producto de color castaño oscuro al que llamó "hígado de azufre".
* Pero por otra parte, había observado que si calentaba S con KOH también se formaba el hígado de azufre; luego:

SO4H2 + KOH + flogisto = hígado de azufre S+ KOH= hígado de azufre
SO4H2 + flogisto= S

Es decir, Stahl consideró como desprendimiento de flogisto el proceso de oxidación y como fenómeno de síntesis el proceso de reducción.
Por otra parte, Stahl no dio importancia a la relación cuantitativa de sus experiencias y, aunque si se dio cuenta de que después del proceso de calcinación, los productos resultantes que habían perdido el flogisto pesaban mas que los productos de los que había partido, explicó esta circunstancia diciendo que como el flogisto era mas ligero que el aire elevaba el cuerpo en el que se contenía haciendo que pesara menos, de manera que al desprenderse, el cuerpo que lo había contenido y lo había perdido, aumentaba de peso, pesaba más, es decir ,concedió al flogisto un peso negativo.

Cuando Cavendish descubrió el hidrógeno, se pensó que este gas era el flogisto, ya que se comprobó que actuaba sobre cales (los óxidos) separando el metal y se intentó explicar la formación de sales, indicando que al tratar un metal con un ácido, el metal perdía flogisto dando lugar a cal, la cual se unía al ácido para formar la sal. El flogisto quedaba en libertad y en aquellos casos en que el ácido fuese muy concentrado se unía a este convirtiéndose en otro ácido + flogisto. Su teoría sobre la calcinación de los metales la expuso en un escrito fechado en 1718 y titulado "Pensamientos casuales y consideraciones posibles sobre la disputa en tomo al llamado sulfuro".

La aparición de la teoría del flogisto en el mundo de la química hizo que esta ciencia experimentase un gran empuje por parte de todos aquellos científicos que se declararon sus fervientes partidarios y se deshicieron en experimentos encaminados a demostrar su verdad, y, por parte de todos aquellos científicos que se declararon sus detractores y que se pusieron a trabajar con el mismo ahínco para demostrar su falsedad.
El resultado de todo este empeño fue la aparición de numerosas fábricas químicas a lo largo de este siglo, en las que se usaron los avances técnicos conseguidos por los defensores y los detractores de la teoría de Stahl.

3. Federico Hoffman, medico alemán que hizo numerosos ensayos con aguas minero­medicinales. Inventó un medicamento: el licor anodino de Hoffmann.

4. Segismundo Marggraf. Aunque lo fue, nunca ejerció su profesión de farmacéutico. Buscando un sustituto del azúcar de caña, encontró el azúcar de remolacha. Fue el primer investigador en la Historia que usó un microscopio como elemento de análisis.

5. Hermann Boherhave, médico holandés; fue Lector de medicina de la Universidad de Leyden donde ocupó las cátedras de Medicina, Botánica y Química. Sus clases fueron muy frecuentadas. Cuando vio publicados sus apuntes en una obra que no era suya, él los rechazó, y decidió publicar él mismo sus enseñanzas en un tratado que tituló "Elemente Chimie" y del que firmó, uno por uno, todos los ejemplares para evitar dudas sobre su autenticidad. Fue el último químico de fama que publicó en Latín. Esta obra que consideraba a la Química como una ciencia independiente, estaba dividida en tres partes: la Primera Parte la dedicó a explicar la historia de la Química; en la Segunda Parte expuso ordenadamente las enseñanzas teóricas y en la Tercera Parte describió procesos y operaciones químicas.

Como químico, intuyó que el aumento de peso de los metales después del proceso de calcinación, no se debía a que se hubieran fijado partículas de fuego, ni a que se liberase el flogisto de Stáhl, sino que lo que se fijaba eran partículas de aire. Como botánico, estudió la obtención de medicamentos de origen vegetal,

6. Durante este siglo vivieron dos grandes químicos de origen sueco: Torbem Bergmann y Carlos Guillermo Scheele.
Torbem Bergmann fue catedrático de Historia Natural, de Mineralogía y de Química de la Universidad de Upsala. Gran analista descubrió varios elementos, el uso del soplete en el análisis de minerales, el uso del oxálico para determinar iones Ca en agua, y la necesidad de lavar bien los precipitados antes de pesarlos. Estudió el C02: demostró su carácter ácido, y diseñó un método para su determinación. Por sus conceptos y sus tablas de afinidad, influyó notablemente en químicos posteriores: fue el maestro de Fausto de Elhuyar.

7. Carlos Guillermo Scheele nació en 1741, hijo de un comerciante, recibió sus primeras enseñanzas en la escuela de su ciudad natal y luego se hizo aprendiz en la farmacia de Bauch, donde aprendió a preparar medicamentos químicos y donde leyó a Lemery, Boerhave, y Kemkel. Ya en otra farmacia, durante 11 años se dedicó al estudio de los procesos químicos. De aquí marchó a Estocolmo donde regentó una farmacia en la que como no podía seguir con sus experimentos químicos por falta de medios, decidió escribir sus trabajos, y mandárselos al profesor Bergmann, catedrático de Química de la Universidad de Upsala, quien los rechazó como impublicables. El siguiente paso que dio Scheele fue irse a vivir a Upsala y conocer personalmente a Bergmann.

Y como debe ser, allí tuvo su golpe de suerte: necesitando este profesor para hacer un experimento en clase, mandó a un alumno a la farmacia de Scheele a comprar la sal.

Al hacer la practica, observó el desprendimiento de unos vapores rojos, que no debían producirse, así que pensó que el nitrato que le había dado Scheele no era puro, y ordenó que se lo devolviesen pidiendo a cambio otro de mayor pureza. El estudiante que fue a hacer el encargo, viendo la ocasión de lucirse ante un "ignorante" mozo de botica, le echó en cara la mala calidad de la sal y exigió que le diera otra más pura; Scheele le pidió que le contara exactamente en que había consistido el experimento, y después le explicó el por qué de esos vapores, y le recalcó el hecho de que en esas condiciones, siempre se produciría el desprendimiento de esos vapores. El alumno regresó a la Facultad, y le contó e Bergmann la conversación mantenida con Scheele; esta vez fue el propio Bergmann quien acudió a la farmacia y después de hablar con Scheele, salió de ella diciendo que tras el humilde traje de un practicante de farmacia, se escondía "(..) un químico de altos vuelos(..)". Y se hicieron amigos. Fue durante su estancia en Upsala, cuendo Scheele hizo sus mejores trabajos. Siendo aún estudiante de Farmacia, con 32 años, fue nombrado miembro de la Academia de las Ciencias de esta ciudad. Descubrió el Oxigeno un año antes que Priestley, a partir del oxido de mercurio; aquí publicó su obra "Aire y el fuego". Murió dos días antes de cumplir los 43 años, el 21 de mayo de 1784. Scheele centró sus trabajos en el estudio de la naturaleza del aire a través del fuego:
Primero observó que si hacía arder fósforo en una botella cerrada, y, terminada la combustión, se abría la botella y se introducía su boca en un recipiente con agua, esta se llenaba hasta 1/5 de su volumen. Es decir, 1/5 del volumen del aire contenido en la vasija, había desaparecido durante la combustión.

En un segundo experimento, hizo arder el Hidrógeno producido al tratar limaduras de Fe con SO4H2 de modo que la llama que se producía quedara dentro de un globo de vidrio colocado sobre agua: esta fue subiendo por el globo hasta ocupar también 1/5 de su volumen, momento en que se apagó la llama.

Nuevamente, algo había desaparecido del aire durante la combustión, y ese "algo" lógicamente tenia que estar relacionado con el curso de ésta.

En un tercer experimento, quiso demostrar la diferencia existente entre el gas ( con ese "algo") que llenaba una vasija, y el que quedaba después de una combustión producida en ella y que en el transcurso de ella había perdido ese "algo", y observó como diferencias mas significativas que en el primitivo se podían producir combustiones y en el que quedaba, no se producían; y que si se introducía un animal vivo en el recipiente antes de producirse la combustión, no le pasaba nada, pero si se le introducía en la vasija en la que se había producido la combustión cuando esta espontáneamente se había apagado, el animal no podía respirar y moría. De todo esto dedujo que el aire no era un único gas, sino que estaba formado por una mezcla de un aire puro "de fuego" (O), que permitía la combustión y la respiración de los animales y un aire inútil o viciado (N) que no era apto para ninguna de las dos cosas. Es decir, la causa que permitía las combustiones estaba en el aire y no en la materia. Personalmente, Scheele fue un ferviente defensor de la teoría del Flogisto de Stahl que, interpretando el resultado de sus propios experimentos, supo con certeza que estaba equivocado, ya que estos experimentos suponían la negación de aquella teoría. Para Scheele, que admiraba a Stahl, esta certeza le supuso un conflicto moral. Durante sus trabajos descubrió numerosos acidos orgánicos e inorgánicos: FH, mangánico, wolfrámico, arsénico, láctico, tartárico, cítrico, gálico, úrico, fosfórico, prúsico, oxálico y lo que llamó acido muriatico desflogistificado (el cloro) al tratar el Mn0'_ con Cll-1. Obtuvo la glicerina o principio dulce de los aceites, la caseína, el arsénico de cobre (o verde de Scheele) y muchos productos más.

8. Enrique Cavendish nació en Niza de padres ingleses. Sus trabajos sobre los gases fueron importantes: ideó métodos prácticos para recogerlos sobre agua y sobre mercurio y para medir su volumen; logró demostrar que el agua es la combinación de aire desflogistificado (02) con el aire inflamable (H); sintetizó agua haciendo saltar una chispa eléctrica en una atmósfera de H y O. Descubrió el Hidrógeno.

9. José Priestley, descubrió el Oxigeno (aunque un año después que Scheele), el amoniaco (al que llamó aire alcalino), el N02 (aire nitroso), y el CIH ( aire ácido).
Fue el primero en observar la facultad de las plantas de limpiar el aire enrarecido por la respiración animal, y en señalar que para este proceso era necesaria la presencia de luz y que el proceso se realizaba con desprendimiento de 02.

10. Antonio Lorenzo Lavoisier (1743-1794) consiguió derribar definitivamente la teoría del Flogisto. Fue el gran sintetizador de su época que supo reunir la información verdadera obtenida a partir de los hechos descubiertos por otros autores, y sumándola a sus propias conclusiones, dar el impulso definitivo al nacimiento de la Química moderna.

Nació en París. En 1765, a los 22 años, presentó su primer trabajo a la Academia de Ciencias de esta ciudad, el cual estaba basado en el estudio cuantitativo de las distintas clases de yesos, y tres años después consiguió ganar el premio concedido por esta Academia a quien consiguiera presentar el mejor proyecto para iluminar las calles de la Ciudad de la Luz. Por sus méritos, fue recibido como académico a los 25 años, en ese mismo año (1768) ingresó en la Ferme Generale (Renta General), una corporación de arrendatarios de impuestos a la que el Estado francés concedía, mediante el pago de un precio anual previamente estipulado, la recaudación de los impuestos indirectos del país. La aceptación de este cargo por parte de Lavoisier, que necesitaba el dinero para poder continuar con sus experimentos, fue mal vista por otros miembros de la Academia y por muchos de sus amigos, quienes pensaron que esta labor le desviaría de su trabajo científico. Pero se equivocaban, pues Lavoisier nunca abandonó sus experimentos. Hombre de conciencia social, compaginó su labor científica con distintos puestos políticos: fue diputado en la Asamblea Nacional francesa y desde ella manifestó su idea de que " […] la prosperidad no debe estar reservada a un pequeño número de personas, sino que pertenece a todos. No es un privilegio exclusivo que tenga que disfrutarse; es un privilegio común que hace falta conservar, que es necesario dividir, y la felicidad pública es un manantial del que cada uno tiene derecho a retirar la felicidad propia […]".

Durante gran parte de su vida gozó de la mayor consideración hacia su persona dentro y fuera de su propio país... hasta que, en 1789, estalló la Revolución Francesa. En 1793 todos los Fermiers Généraux, entre ellos Lavoisier, fueron arrestados por Decreto de la Convención; hallados culpables de conspiración contra el pueblo, se les condenó a muerte. El juicio de Lavoisier fue una auténtica farsa, en la que no se le permitió defenderse y en la que las denuncias y acusaciones fueron hechas por personas que se consideraron perjudicadas por él, y aprovecharon la situación para vengarse. También se levantaron voces que atestiguaron a su favor, recordando su trayectoria humana y profesional, pero Confinhal, vicepresidente del Tribunal que le juzgó, las acalló diciendo que "[…] la República no necesita sabios […]". Lavoisier fue guillotinado en París el 8 de mayo de 1794.

A Lavoisier se le considera más un físico que un químico, quizás porque en todas sus experiencias usaba constantemente la balanza, y gracias a ella pudo enunciar su ley de la conservación de la materia en los siguientes términos:

"[…] Nada se crea en los procesos sean estos naturales o artificiales, pudiendo aceptarse como axioma el que antes y después de todo proceso hay la misma cantidad de materia, permaneciendo constante la cantidad y naturaleza de los principios que intervienen, siendo todo lo que ocurre únicamente cambios y transformaciones […]".

1. De todo esto, Lavoisier dedujo que las reacciones químicas podían ser expresadas en forma de la ecuación:

Sustancias que intervienen================Productos resultantes

2. Determinó que el aire atmosférico era una mezcla peso por peso de dos gases distintos a los que llamó "aire vital" o"aire desflogistificado" (lo que, como luego se verá, identificaría como oxígeno) y aire inútil o viciado (nitrógeno).

3. Estudió el por qué del aumento de peso de los metales después de su calcinación, y dijo que se debía a la absorción durante el proceso del "aire desflogistificado" por el metal:
• Observó que al calcinar un metal, éste aumentaba de peso; lo mismo ocurría si se quemaba P o S.
• Comprobó que si la combustión o calcinación se producía en un recipiente cerrado, desaparecía aproximadamente un quinto del volumen del aire contenido en ese recipiente, no pudiéndose calcinar más cantidad de metal ni mas cantidad de P o S en el aire restante.

4. Demostró que al transformarse una cal en metal mediante calcinamiento con carbón vegetal, se producía una cantidad de aire fijo (C02) debido a que de la cal se desprendía algo que era un gas. Y por otra parte, cuando tuvo conocimiento de los experimentos que ese mismo año habían llevado a cabo Priestley y Scheele, y supo de la existencia del 02 en el aire, vio claramente el significado de sus experimentos y supo exactamente a que se debía ese aumento de peso producido durante la calcinación.

Y definitivamente acabó con la teoría del Flogisto de Stahl, indicando que la combustión no era un proceso analítico durante el cual se escapaba el flogisto, sino un proceso sintético en el que el aire vital se unía a la sustancia combustible, y que la "materia fuego" era liberada por el aire vital durante el proceso de la combustión, en lugar de ser liberada por el carbón usado como combustible como concluía Stahl. En 1786 demostró que la materia fuego, a la que también se llamaba poder calórico, era imponderable, intuyendo así la propiedad del "calor latente" de los cuerpos que seria descubierta por José Black.

Continuando sus estudios sobre el aire vital, comprobó su intervención en la formación de los ácidos (concretamente trabajó en la formación de los ácidos fosfórico y sulfúrico), y por esta propiedad del aire vital, llamó a esta parte del aire que actuaba en la combustión: " Oxígeno" (que engendra ácidos). El experimento lo hizo comprobando como el P y el S al arder se transformaban en sus ácidos correspondientes.

También hizo arder metales, comprobando que entonces estos se unían al oxigeno, aumentaban de peso y se transformaban en cales.

Fue el primer químico que determinó que el Oxígeno es un elemento.

5. En 1783 repitiendo el experimento de Cavendish, llegó a la conclusión de que el agua era un compuesto formado por aire vital (O) y aire inflamable (H).

6. En 1785, trabajando en colaboración con Laplace y utilizando para ello un calorímetro de hielo, estudió la respiración y la comparó con una combustión lenta en la que el oxígeno respirado oxidaba la materia orgánica compuesta a su vez por C, O e H de manera que durante el proceso se formaba dióxido de carbono y agua y se liberaba calor. Mas tarde prosiguió con sus estudios sobre este tema, y, esta vez colaborando con A. Según, demostró que la respiración se efectuaba en los pulmones, en cuyo interior la sangre segregaba un "humor" compuesto por C e H.

7. Junto con Morveau, Bertholet y Fourcroy estableció el sistema de nomenclatura que usamos hoy día, en una obra titulada "Método de nomenclatura química" (1787).

8. Intuyó el concepto de elemento químico, indicando que era la última etapa a la que se podía llegar por análisis de una sustancia, y advirtió de que algunos de los cuerpos que se tenían por elementos simples, quizás se trataran de compuestos. En su "Tratado elemental de química" (París, 1789) puso por primera vez esta ciencia al alcance de todo aquel que quisiera estudiarla, al escribir esta obra en francés y no en el hermético lenguaje en el que hasta entonces se había expresado, herencia directa de su pasado alquimista; en este tratado aparece una lista de los 23 cuerpos simples o inseparables que consiguió aislar usando los métodos de su tiempo; son los siguientes:

Luz

C

Cu

Co

Cl

Calor

Rb

Sn

Ni


 

O

Sb

Fe

Au


 

N

Ag

Mn

Pt


 

S

As

Hg

Wo


 

F

Bi

Mo

Zn


 


11. Claudio Luis Bertholet abandonó la medicina para dedicarse plenamente a la química. Este amigo personal de Napoleón planteó a la teoría de la formación de ácidos enunciada por Lavoisier uno de sus mayores problemas cuando obtuvo el ácido sulfhídrico y demostró que era un ácido sin oxigeno en su composición. También halló la composición del ácido prúsico.

Sus trabajos más interesantes fueron los que realizó sobre la afinidad química, sobre los que dio las leyes que llevan su nombre.

12. José Black nació en Burdeos (Francia) de padres ingleses. Fue un médico que estudió el problema de la acidez estomacal e intentó neutralizarla con distintas sustancias principalmente carbonatos (la magnesia alba). Fue el descubridor del calor latente de los cuerpos.

Los adelantos químicos que se iban produciendo en Europa, llegaron al mundo español a través de dos traducciones importantes: la del "Curso químico" de Lemery hecha por Félix Palacios, y la de la mayor parte de las obras de Lavoisier, hecha por Pedro Gutiérrez Bueno.

A químicos españoles de esta época se debe la obtención del wolframio a partir de unas muestras de wolframita, descubierto por los hermanos Elhullar, y del ericromio, descubierto en México por Andrés Manuel del Río (1801), a partir de una muestra de plomo pardo del Zinapan, y que hoy día se identifica como vanadio. Otro científico español Antonio Martí realizó un análisis de la composición cuantitativa del aire, dando unos resultados más exactos que los de Lavoisier.

6. LOS GRANDES BOTANICOS

El más importante de ellos se llamó Carl von Linne (Rashult 1707- Upsala 1778), aunque durante su vida fue conocido por el nombre latinizado de Linnaeus. Su padre era un coadjutor luterano que le apartó de los estudios desde su niñez pues no consideraba a su hijo apto para ellos, y desde muy joven le hizo trabajar. Linneo ejerció varios oficios hasta llegar a ser escribiente del profesor Lund Stobens, quien le permitió consultar sus libros. Después, para completar su educación, se marchó a Upsala donde pasó serios apuros económicos hasta que pudo conseguir un trabajo y una beca.
En 1732 viajó a Laponia, por encargo del profesor Rudbeck, catedrático de Botánica, con la misión de repetir una expedición que este profesor ya había hecho pero cuyos resultados científicos se habían perdido durante un incendio antes de haber sido publicados. Los gastos de esta expedición fueron sufragados por la Real Sociedad de Ciencias de Upsala y tuvo una duración de cuatro meses durante los cuales Linneo recogió información sobre la flora de gran parte de esta región. A esta expedición siguieron muchas a otras partes de Europa. Entre 1735 y 1738 vivió en Holanda. Se doctoró en Medicina en Harderwick, pero fue mucho más importante su labor como botánico que como médico, aunque durante un tiempo ejerció la medicina en Estocolmo. Finalmente consiguió ser nombrado Profesor de Botánica en la Universidad de Upsala desde donde formó una legión de alumnos que con el tiempo le enviarían plantas de medio mundo para que él las clasificara.

Linneo fue ante todo un gran sistemático. Ideó la nomenclatura binaria y la dio a conocer en su obra Species plantarum (Las especies de las plantas) publicada en 1753. Las indicaciones dadas en esta obra pronto fueron aceptadas como punto de partida para la nomenclatura botánica universal, con lo que se pudo poner orden en el caos taxonómico que había existido hasta entonces.

Para establecer su clasificación de las plantas se fijo en los caracteres sexuales, dividiendo las plantas primeramente en 24 clases distintas en función del número y el orden relativo de sus estambres, y dividiendo posteriormente estas clases en subclases, en función del número de pistilos. Trató sobre todo de establecer un sistema natural de clasificación basado en su propio principio de que "[…] la naturaleza no da saltos […]". Esta labor le ocupó más de 37 años de su vida. Sin embargo cuando murió, todavía no había terminado su trabajo de clasificación y fue un discípulo suyo, Bernardo de Jussieu (Lyon 1704 - París 1777), el encargado de finalizar su obra. La modificación mas acertada que este botánico francés introdujo en la clasificación de Linneo fue la de agrupar las plantas según sus características semejantes, creando "familias" de plantas afines. Bernardo de Jussieu no escribió ninguna obra, pero como jardinero real, cuando recibió del rey francés Luis XV el encargo de trazar los jardines del Trianon de Versalles (1759), los organizó según su propio sistema de clasificación de plantas, y posteriormente confeccionó, siguiendo esta distribución, numerosos catálogos, que sirvieron para el estudio de su sistemática a otros muchos botánicos.

Su sobrino el botánico y médico Antonio Lorenzo de Jussieu (Lyon 1748 - París 1836) le sucedió como encargado del Jardín del Rey. En su obra "Genera Plantarum" escrita en 1789 explicó la concepción del método de su tío y dio las características de las ordenes y familias botánicas diferenciadas por él, estableciendo así una verdadera clasificación de las plantas desde los grupos principales hasta los grupos secundarios. Hoy dia se conservan setenta y siete de las familias establecidas en esta clasificación,

7. LA PROFESION FARMACEUTICA

Este siglo trajo a distintos países europeos, como Francia e Italia, numerosos conflictos políticos que por supuesto también afectaron al desarrollo de las distintas actividades profesionales. La farmacia, desde luego, no fue una excepción.

En España, hasta este siglo y en lo que se pueda generalizar, según la legislación española, las actividades farmacéuticas seguían estando controladas por el Protomedicato o Consejo de médicos reales, que intentó repetidamente acabar con las prerrogativas de los Colegios Farmacéuticos, y por los Colegios Oficiales de Médicos. Desde estas instancias se decidía sobre quien podía abrir un establecimiento de farmacia, cuantas farmacias se podían establecer en una ciudad, dónde se debían establecer, que había que estudiar para ser farmacéutico, los años de practicas necesarios, qué clase de medicamentos se podían preparar, que normas de preparación se debían seguir, y que es lo que se podía vender en las oficinas de farmacia y a que precio. Además ejercían el derecho de efectuar visitas de inspección a las boticas establecidas, siendo médicos los visitadores, con normas tan pintorescas como las de que el visitador no podía alojarse en la casa del boticario que estaba visitando, ni en la de ningún miembro de su familia, ni podía aceptar ningún tipo de regalo. Y no hay que olvidar que las farmacopeas eran redactadas por médicos. Sobre estas bases, la maniobrabilidad de los farmacéuticos españoles, dentro de su propia profesión, había sido tradicionalmente muy pequeña. Estaba prohibido que las mujeres ejercieran como farmacéuticas; que un boticario tuviera más de una farmacia; la asociación profesional entre un médico y un farmacéutico, e incluso, se tomaban medidas para el caso de que existiera parentesco entre ambos. La contrapartida a esta situación estaba en que los farmacéuticos ostentaban el monopolio de la venta de medicamentos (en este siglo se prohibió que se vendieran los simples al por menor fuera de las oficinas de farmacia) y que desde luego, la clientela la tenían asegurada.

En España, la venta de medicamentos secretos debía tener su importancia porque en 1703, el Tribunal del Protomedicato ordenó que le fueran presentadas las recetas magistrales secretas para su aprobación. Esta orden se refería solo a boticarios, aunque la venta de este tipo de medicamentos la ejercían otras muchas personas desde herboristas hasta clérigos.

En una cédula fechada el 13 de abril de 1780, el rey Carlos III termina con el predominio médico sobre la profesión farmacéutica al separar definitivamente las competencias de ambos y crear el Tribunal del Proto-Farmaceuticato como órgano encargado del control de nuestra profesión: "(...) se dirijan y gobiernen por sí mismas las profesiones de Medicina, Cirugía y Farmacia; que cada una de ellas y sin dependencia una de otra, tengan sus Audiencias separadas, hagan los exámenes de sus respectivas facultades y administren justicia (..)”.
El Protofarmaceuticato lo formaban el Boticario Mayor del rey y tres alcaldes examinadores.

En Francia, se llegaba a la profesión de diferentes caminos: la norma general era realizar unos años de prácticas con un boticario establecido y aprobar un examen, pero también se podía acceder a la profesión a través del nombramiento de cualquier autoridad e incluso de un farmacéutico influyente. La situación más anómala se dio en la Corte, donde para poder abrir una botica lo que realmente contaba eran las influencias sociales del candidato, y a la obtención del permiso de apertura se llegaba pasando un examen muy fácil, o directamente comprando el derecho mediante el pago de una cantidad de dinero.

El rey Luis XIV dio un edicto por el que terminó con esta situación irregular exigiendo para ser boticario de la Corte la superación de unas pruebas semejantes a las que habían de pasar los demás aspirantes a boticarios del reino, o haber ejercido como boticario durante diez años en un hospital.

La profesión obtuvo su independencia cuando en 1777, por un Decreto Real, se separó la farmacia de la especiería, convirtiéndose el gremio parisino de boticarios en el Colegio de Farmacia de París. Este Colegio quedó encargado de formar académicamente a los futuros boticarios y de supervisar el desarrollo de la profesión. A la vez se dictaron unas normas encaminadas a la regulación del desarrollo de la profesión: se obligaba a inscribirse en el Colegio a todos los boticarios establecidos en esta ciudad, se les prohibía ejercer simultáneamente la farmacia y la especiería, a la vez que se prohibía a los especieros ejercer la farmacia al no permitírseles vender drogas medicinales al por menor. A los especieros y herboristas se les encomendó la venta de drogas al por mayor, los productos en bruto que no necesitaran composición y de ciertos medicamentos especificados en esa orden.

Por esta misma orden se prohibió a las comunidades religiosas tener farmacia si no era para su uso particular y vender al público los simples o compuestos. Años después se aprobaron los estatutos del Colegio, en los que se señalaba la obligación de impartir cursos gratuitos de Química, Farmacia e Historia Natural, y se les concedía el derecho a efectuar las visitas a las Farmacias.

El colegio, como todas las demás corporaciones, fue suprimido durante la Revolución Francesa. E1 2 de marzo de 1791 la Asamblea Nacional " […] de acuerdo con las ideas revolucionarias de libertad de comercio y de oficio […]" suprimió "[…] todos los privilegios de la profesión […]" y decretó que todo ciudadano pudiera ejercer cualquier profesión mediante el pago de unos cánones. Esto dio lugar a que proliferaran las farmacias regentadas por herboristas y otros comerciantes donde se vendían toda clase de cosas sin ningún control. En menos de un mes, exactamente en 17 días, la parte del Decreto que hacía referencia a la profesión farmacéutica fue anulada, volviéndose a las normas de 1777, en todo menos en lo referente al establecimiento del Colegio que siguió sin ser autorizado, lo que hizo que sus miembros constituyeran la Sociedad Libre de Farmacéuticos de París y crearan la Escuela Gratuita de Farmacia, en donde se reanudaron las enseñanzas de las asignaturas relacionadas con la profesión.

En Alemania se establecieron dos clases de pruebas de acceso distintas en función de donde se quisiera ejercer la profesión: para los que se quisieran establecer en las grandes capitales se les exigía pasar cinco años como aprendices en una farmacia, más tener 6 años de experiencia como ayudantes de un boticario establecido y, por último, debían aprobar un examen de conocimientos ante el Colegio profesional. Cuando habían superado el examen tenían que asistir a un curso de Química y Botánica en el Colegio Medico Superior de Berlín.

Si se quería ejercer la profesión en un pueblo, no era obligatorio hacer este curso. Las visitas a las farmacias las realizaban médicos del colegio de Berlín a los que acompañaba un asesor farmacéutico, pero desde principios del XVIII, en Prusia estas visitas eran competencia de los farmacéuticos.

Los estados alemanes conservaron básicamente la misma estructura profesional que en el Renacimiento. El cambio más significativo fue que la venta en las farmacias quedó restringida solamente a productos medicinales.

En Portugal la profesión farmacéutica seguía sin estar regulada legalmente lo que permitía un enorme intrusismo; durante este siglo, se intentó acabar con esta situación creando comisiones encargadas de examinar los títulos de todos aquellos que ejercían la Medicina, la Cirugía y la Farmacia y estableciendo las visitas de inspección a las boticas abiertas. A partir de este siglo, quedaron regulados, en los Estatutos de la Universidad de Coimbra, los estudios necesarios para poder ejercer estas profesiones.

En la ciudad de Londres, durante este siglo se produjo una situación especialmente tirante en la pugna por el control del ejercicio de la medicina entre médicos y farmacéuticos. Los médicos londinenses agrupados en el Royal College of Physicians, y hartos de que los farmacéuticos diagnosticaran y recetaran en sus oficinas de farmacia, pasaron a la acción: entre 1698 y 1725 abrieron dispensarios en los que vendían medicinas para los pobres "[…] en dosis de penique […]". Como esto no dio el resultado deseado, la segunda medida que tomaron fue presentar un recurso ante los tribunales de justicia. Cuando a mediados de este siglo, apareció la llamada "plaga de Londres", los médicos asustados ante la posibilidad del contagio se fueron de la ciudad, lo que hizo que la gente fuera a las farmacias en busca de asistencia sanitaria. Los boticarios londinenses lograron superar esta situación de emergencia y, a partir de ella, siguieron ejerciendo también como médicos en sus boticas o acudiendo a casa de los enfermos. Ante esta situación, el Colegio de Médicos de la ciudad denunció a algunos farmacéuticos por intrusismo. El caso más significativo fue el William Rose. En 1703, este boticario fue acusado de prescribir remedios en su botica y encontrado culpable de este cargo por el Court of de Queen's Bench. Rose recurrió la sentencia ante la Cámara de los Lores quienes, fallaron a su favor por considerar que la ley que prohibía prescribir a los boticarios, iba contra la costumbre y contra el interés público, ya que se había demostrado que la labor realizada desde las boticas en este sentido era fundamental para la salud pública. Desde esta sentencia los farmacéuticos pudieron ejercer legalmente también como médicos. Hasta que hacia la mitad del siglo XVIII, surgieron los químicos-drogueros en cuyos establecimientos se vendían sustancias al por mayor a farmacéuticos establecidos, fármacos, remedios compuestos y otros productos de la vida diaria; también dispensaban prescripciones de los médicos, o lo que prescribían ellos mismos, preparaban medicamentos compuestos y preparados galénicos, y practicaban ciertas operaciones: sacaban muelas, abrían abscesos... Lógicamente, sintiéndose invadidos en su campo, los farmacéuticos intentaron frenar a los químicos-drogueros. No lo consiguieron, y, además, fueron estos últimos los protagonistas del desarrollo de la farmacia química inglesa del siglo XIX.

En Italia este fue un siglo de profundas disensiones políticas. La profesión farmacéutica, hasta entonces orgullosa y corporativista, se vio desbordada por la situación social que a punto estuvo de acabar con ella. Se salvó porque en la zona de Lombardía, que se encontraba bajo influencia austriaca, se impusieron las regulaciones dadas en este país en 1778 , sirviendo estas normas como punto de partida para el desarrollo de la profesión en otras jurisdicciones del territorio italiano.

8. LA FARMACIA EN AMERICA

Los conquistadores españoles llevaron con ellos a América sus instituciones legales prácticamente desde el XV. En las expediciones colonizadoras del XVI viajaron numerosos funcionarios de la corona de Castilla trasladados allí "por motivos profesionales". En las colonias españolas del Perú y de México, la profesión farmacéutica estuvo regulada por el Protomedicato ya desde el siglo XVI. Existen documentos que prueban que, desde 1540, este Consejo se ocupó de examinar a los farmacéuticos y sus establecimientos abiertos en tierras americanas. Al norte del territorio de México, la profesión no estuvo organizada hasta el XVIII. Solo se conocen dos profesionales establecidos antes de esa fecha: el farmacéutico de París, Louis Hébert que se estableció, en 1604, en Canadá y John Johnstone, un droguero de Edimburgo, que, en 1685, se estableció en Nueva Jersey.

Existen documentos que prueban la existencia de farmacias en la ciudad de Boston desde 1646, y en Nueva Cork, desde 1653.

En las colonias británicas, la profesión no se desarrolló hasta el XVIII, de los periódicos de esta época se desprende que existían oficinas de farmacia abiertas por farmacéuticos en todas las ciudades importantes de Norteamérica. Lo que no existían eran normas que regularan el desarrollo de la profesión: por un lado, siguiendo la costumbre británica, los médicos elaboraban sus propias medicinas. Por otro, personas que se autonombraban boticarios abrían establecimientos y vendían simples y medicamentos compuestos entre otras mil mercancías distintas. Una tercera posibilidad, era la de los que antes habían sido mayoristas de drogas, los químicos- ­ drogueros, que al establecerse en América, vendían estos productos al público y a otros farmacéuticos.

Y, por supuesto, existieron esos personajes que iban de pueblo en pueblo con sus carromatos vendiendo drogas en bruto, fármacos envasados y sus propios remedios "secretos" y "patentados" por ellos.

En 1769, cuando la colonia de Louisiana fue cedida a España, su gobernador Don Alejandro O'Reilly, estableció el examen obligatorio para los que quisieran ejercer como farmacéuticos en ese territorio. En una proclama, fechada el 12 de febrero de 1770, se dictaron las primeras leyes reguladoras para las profesiones sanitarias al norte del río Grande. En esta proclama se decía que "[…] la medicina... comprende tres partes, a saber, la medicina propiamente dicha, la cirugía y la farmacia […]"; que son sus servidores y que ocupan un campo especial "[…] la farmacia se ocupa de la preparación de remedios […]". En la práctica, estas leyes no fueron obedecidas, siguiendo la profesión en manos de todo aquel que, estuviera preparado para ello o no, quisiera ejercerla.

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María José Pérez-Fontán

María José es licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo cursado también estudios de Magisterio.

Estos textos son el resultado de meses de investigación y han sido publicados en España y Venezuela.

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