Capítulo 12: El Progreso Definitivo

Los medicamentos del siglo XX.

¿Qué más puedo contar? Gracias a todos estos espectaculares avances médico­farmaceuticos, los humanos de hoy día vivimos en una época privilegiada en la que practicamente se han vencido todas las patologias : aquellas enfermedades que durante siglos supusieron terribles amenazas para la humanidad, en estos tiempos apenas nos preocupan.

Si, como dice Voltaire, “[…] la Historia es la mentira que los historiadores acuerdan […]", ahora que llego al final de mi "historia", creo que es la ocasión de pedir disculpas, por las inexactitudes, que no mentiras a conciencia, les haya podido contar a todos los que indulgentemente me han seguido leyendo a través de estos doce capítulos, y que son las falsedades que los historiadores de verdad hayan podido acordar entre ellos. Yo soy sólo una aficionada y, por lo tanto, de ese cargo me declaro inocente.

Pero en lo que estoy completamente segura, es que, desde tiempo inmemorial han existido personas que han dedicado su vida a desentrañar los misterios de la Naturaleza como camino para mejorar la calidad de vida de sus semejantes. Nuestros antecesores, fueran Brujos, Sacerdotes, Sanadores, Médicos, ­Farmacéuticos, Boticarios, Alquimistas, Químicos o Farmacéuticos Especializados, según el momento de la Historia en que les halla tocado vivir, a base de inteligencia y tozudez, con más o menos medios materiales, con más o menos tolerancia por parte de la sociedad en la estuvieron inmersos, e, incluso, en muchas ocasiones jugándose el tipo por ello, pertenecieron a éste grupo de personas.

1. Las Ciencias en el siglo XIX

A partir del siglo XIX, la observación directa de un hecho científico, su estudio hasta su comprensión total y la comprobación posterior de sus conclusiones por medio de repetidos ensayos clínicos, se convirtieron en los puntos básicos del camino seguido por todos los investigadores: la lista de éstos es interminable, por lo que, sólo me voy a detener en unos pocos.

En el campo de la Medicina, el XIX fue el siglo en el que se alcanzó el conocimiento prácticamente total de la anatomía del cuerpo humano, conseguido a través de las miles de disecciones de cadáveres que se realizaron; del perfeccionamiento de los microscopios que, junto al desarrollo de los métodos de tinción, facilitaron a los biólogos el estudio de los tejidos y de las células; del desarrollo de la microbiología; del de la genética.

En el campo de la Química y de la Física, el XIX fue el siglo de la aparición del espectroscopio de llama que permitió la identificación, uno por uno, de los elementos químicos presentes en una mezcla, y que, al asociarse a las recién inventadas técnicas fotográficas, hizo posible la obtención de los primeros espectros cromáticos; del desarrollo de técnicas concatenadas de análisis químico que permitieron estructurar la marcha analítica; del descubrimiento de la electrolisis; del desarrollo de la Teoría atómica hasta el punto de permitir a Mendeleieff, en 1869, confeccionar su sistema periódico; del descubrimiento de la Radiactividad por Maria Curie (1897). Durante este siglo, también se produjo el desarrollo, como ciencia, de la Química Orgánica, de la Físico-Química y de la Bioquímica; y la visión del interior del cuerpo humano vivo a través de los rayos X.

La Mineralogía también avanzó considerablemente apoyada por los adelantos técnicos y por los descubrimientos hechos en los otros campos de la ciencia:

1.- Apareció la llamada "Escuela Física" para el estudio de los minerales.

2.- Se aplicó al estudio de los cristales la luz polarizada.

3.- De la unión de los conocimientos de la Mineralogía, con la Geometría Analítica y con la Teoría Atómica, nacieron los primeros estudios sobre redes moleculares, como un primer intento de descifrar la constitución interna de los cristales.

En Zoología, se desarrollaron dos corrientes de trabajo, naturalmente enfrentadas entre sí:

1.- La corriente conservadora de George Cuvier (1769-1832), en la que se considera el organismo humano como un "todo" sumamente complicado en el que se reunían armónicamente órganos y funciones. Defendía la inamovilidad de las especies, a las que considera como algo estático, y las clasificaba en cuatro grupos: vertebrados, moluscos, articulados y radiales.

Curvier explicó la diversidad animal partiendo de los seres superiores hasta llegar a los mas elementales en una obra de anatomía comparada a la que tituló "Reino Animal".

Hijo de familia humilde, a lo largo de su vida llegó a ejercer importantes cargos públicos. Su teoría se puede resumir en tres puntos:

1. Las formas de vida que hoy tenemos, han existido de esta misma manera siempre.

2. Las especies son inmutables: no varían a lo largo de los siglos.

3. Todos los seres vivos tienden hacia una causa final impuesta por Dios.

Su amigo y colega Geofroy Saint Hilaire (1772 - 1844) compartió durante un tiempo sus ideas inmovilistas, pero, después, con el paso de los años, las abandonó y defendió que las especies no permanecían inalterables por los siglos de los siglos sino que cambiaban en función de las condiciones en las que se desarrolla su vida: el medio ambiental, la temperatura, la vegetación... y que cada función biológica era independiente del órgano que la realizara, pero que dependía de estas condiciones, de manera que si un órgano no era capaz de realizar una determinada función , la misma Naturaleza lo aniquila y buscaba otro camino biológico para realizar esa función. Es decir, la Naturaleza era capaz por sí sola de compensar las necesidades de la vida.

2. La Teoría revolucionaria la enunció Lamarck para quien las especies variaban a lo largo de los siglos. Jean Baptiste de Monet Lamarck (1744-1829), fue un noble francés que primero inició una carrera militar, para después abandonarla y dedicarse al estudio de la Medicina y de la Ciencia Biológica, a la que llamó por primera vez, en 1802, con el termino especifico de "Biología".

En su obra "Filosotia Zoológica” (1809) clasificó los seres vivos justo al revés que Curvier: partió de los seres más inferiores hasta llegar al hombre, defendiendo una concepción movilista - evolucionista - del reino animal por la que unas especies procedían de otras menos adelantadas anatómicamente, haciendo que la vida cambiara y se perfeccionara sin cesar en función del medio en el que se tenia que desarrollar. Esta capacidad de adaptación al medio permitía crear a cada ser vivo el órgano que necesitaba, de manera que el desarrollo de un nuevo órgano venía condicionado por lo que el propio organismo lo hubiese necesitado durante su vida. Lamarck defendió que las modificaciones de un cuerpo animal se transmitían a sus descendientes y, como consecuencia de este hecho, había que pensar que los seres vivos actuales descendían de otras especies primitivas ya extinguidas.
Charles Darwin (1809 - 1882) publicó su obra "Origen de las Especies" hacia mediados del siglo del XIX. Para este naturalista, en esencia la especie no era más que un grupo de seres artificialmente formado, y las formas existentes eran el resultado de una evolución selectiva, ya que en la Naturaleza no se daban saltos: unas especies evolucionan a otras; todo este proceso de evolución estaba condicionado por el medio ambiente y las costumbres de los seres vivos que la experimentaban. Para intentar explicar esta teoría, Darwin se hizo la siguiente pregunta: "(…) ¿Por qué la Naturaleza no ha dado un salto brusco de conformación a conformación? (…)”. A esta pregunta respondió mediante su Teoría de la selección natural, pues dicha “ (…) selección natural funciona solamente aprovechando pequeñas variaciones sucesivas, no pudiendo dar nunca un salto brusco sino adelantando a pasos pequeños y seguros aunque sean lentos (…)".

Los principales puntos de su teoría son:

1. Todas las especies vivientes proceden de la transformación paulatina de otras anteriores.

2. Estas transformaciones dentro de cada especie son el resultado de la lucha por la supervivencia de cada individuo, lo que va a ser conseguido generalmente solo por los más fuertes y mejor adaptados de ella, y por lo tanto más aptos para vivir.

3. Estas pequeñas variaciones sucesivamente adquiridas a través de la lucha por la supervivencia se trasmiten hereditariamente a los hijos.

Todos sabemos que Darwin, siguiendo su propia teoría llegó a la conclusión de que el hombre, último eslabón de su cadena evolutiva, descendía del mono.

Sus opiniones fueron muy discutidas e incluso ridiculizadas por otros científicos contemporáneos, para quienes la idea de un tatarabuelo gorila era demasiado. Sinceramente me hubiera gustado ver la cara que hubieran puesto esos señores si en aquella época se hubiera podido saber que a los que de verdad nos parecemos los humanos, me refiero desde el punto de vista bioquímico naturalmente, es a los cerdos. Como todos sabemos "El origen de las especies" influyó en la concepción de toda la Biología desarrollada a partir de su autor.

Para rematar el tema, Thomas Huxley (1825 - 1895) en su obra "El puesto del hombre en la naturaleza" (1863) demostró que no existen diferencias entre las estructuras cerebrales del hombre y las de los demás primates.

El concepto de "Especie" se lo debemos al biólogo evolucionista Mayr: "(…) Una especie está constituida por grupos de poblaciones naturales real o potencialmente interfecundas, aislados reproductivamente de otros grupos análogos en condiciones naturales (…)".

La Botánica adelantó extraordinariamente. Se desarrolló la Histología Vegetal y sobre todo la Taxonomía: los grupos taxonómicos se empezaron a establecer en función de la totalidad de la planta y no solo de sus órganos sexuales.

Sin ninguna duda, el principal botánico de este siglo fue Augusto Pyramo de Candolle quien partiendo de la clasificación de las plantas que entonces se conocía, profundizó en ella con una claridad hasta entonces desconocida. Basó su trabajo en el estudio, planta por planta, de todas las características morfológicas de cada una de ellas que él personalmente podía comprobar, lo que le permitió observar detalles comunes entre muchas que hasta entonces nunca habían sido relacionadas entre sí, de manera que reordenó un número enorme de géneros y especies nuevos. No pudo terminar su obra, que fue posteriormente completada por Willkom.

El botánico y bacteriólogo alemán Fernando Julio Cohn (Breslau 1828-Breslau 1898), concentró sus experimentos en el estudio de las algas, descubriendo su ciclo sexual (1848), y la naturaleza vegetal de los vibriones; hacia 1870 centró su atención en el estudio de las bacterias, publicando en 1872 la primera clasificación de éstas; en 1875 descubrió la reproducción bacteriana por esporas, y, por lo tanto, la explicación científica al problema todavía no esclarecido, de la aparición intempestiva de focos de bacterias y que durante muchos siglos se atribuyó a la generación espontánea. El descubrimiento de la reproducción por medio de esporas consiguió poner en entredicho esta teoría.

Seydler creó el nombre de Farmacognosia refiriéndose a la ciencia que se ocupaba de las drogas y que era conocida como Materia Farmacéutica Vegetal; a partir de los trabajos realizados en esta materia, la Farmacognosia se separó de la Botánica y adquirió su propia identidad como ciencia.

Pero el verdadero fundador de la Farmacognosia fue Flückiger, que se sirvió de la Botánica, la Química y la Fisiología Vegetal para sus estudios. Este farmacólogo suizo estudió en Berlín, y después trabajó en diferentes oficinas de Farmacia donde se especializó en química y botánica, hasta llegar a ser dueño de una farmacia, comerciante en drogas y un verdadero especialista en ellas. Como autor publicó varias obras en las que, después de criticar todo el trabajo hecho por sus antecesores en el campo de las drogas medicinales al que consideraba lleno de errores, expuso su propia descripción externa, sus observaciones la microscopio, sus datos analíticos, su historia; estableció sus propias gráficas sobre la actividad biológica de las drogas...

La conclusión a la que varios científicos llegaron casi simultáneamente, durante el año 1841, de que el óvulo era la célula reproductora femenina y, unos años después, en 1875, el descubrimiento del hecho de su fecundación por un solo espermatozoide masculino, aquel que primero introdujera su cabeza dentro del óvulo, y la constatación de que esta penetración del espermatozoide dentro del óvulo iba seguida del inmediato emparejamiento de cada cromosoma masculino con su correspondiente cromosoma femenino, aportados en igualdad numérica por ambos gametos, como primeros pasos imprescindibles para la formación de cada nuevo ser, cambió toda la idea que hasta entonces se había tenido sobre la reproducción humana. Y de paso, sobre la importancia biológica y moral de la mujer. Por fin las madres pasamos de ser pasivas "vasijas" donde se desarrollaba el semen masculino, a partícipes activas y a partes iguales con el padre en la concepción de nuestros hijos.

2. Las Farmacias

Todos estos avances se tradujeron en grandes cambios en las oficinas de farmacia: los nuevos conocimientos, nuevos métodos de trabajo y nuevas condiciones para poderlos desarrollar, nos han llevado a las farmacias de hoy en día.

Además, el trabajo de los farmacéuticos se vio facilitado por los descubrimientos que se fueron haciendo en otros muchísimos campos de la Ciencia: por ejemplo, a principios del XIX los establecimientos estaban iluminados por lámparas de petróleo, que a lo largo del siglo; fueron sustituidas por lámparas de acetileno y, por fin, por la electricidad.

En las farmacias de este siglo ya no se veían animales y hierbas colgadas de los techos, en cambio, los matraces grandes y panzudos llenos de líquidos coloreados, se convirtieron en su principal distintivo. En ellas, también se empezaron a ver los primeros botes de porcelana con sus rótulos esmaltados hechos en las fábricas de Bohemia, donde se guardaban los medicamentos, y que, como veremos mas adelante, hacia finales de siglo fueron paulatinamente sustituidos por la aparición de las Especialidades. Es decir, durante el siglo XIX la Farmacia vivió su definitiva revolución:
- Revolución en las técnicas seguidas.
- Revolución en las preparaciones galénicas obtenidas.
- Revolución en las formas farmacéuticas administradas.

Entre los nuevos aparatos, se industrializó el mortero apareciendo el molino de Menier. Petit construyó el primer tambor de pulverización.

Entre las nuevas técnicas, se introdujo la percolación en la preparación de medicamentos; se reformó la preparación de las píldoras apareciendo las distintas cubiertas; Brockeden patentó los comprimidos; Word inventó los inyectables; Limousin inventó las ampollas para contenerlos e hizo las primeras obleas o sellos de pan ácimo como formas de administrar medicamentos.

Como nuevas materias primas, en Galénica se introdujo el uso de la gelatina y la glicerina y, con ellas, se prepararon óvulos y supositorios. Todas estas innovaciones hicieron el trabajo físico del boticario mucho más fácil y rápido.

3. La revolución científica desarrollada a partir del siglo XIX.

Todas las ciencias relacionadas con la Medicina experimentaron a través de este siglo su gran impulso.

Veamos algunos ejemplos: en 1773 se aisló la urea. La dextrosa cristalizada fue obtenida a partir de la miel en 1792; mas adelante, en 1802, fue extraída del mosto, y, en 1819, Braconnot la obtuvo tratando serrín con acido sulfúrico. En 1809 se obtuvo la albúmina. En 1818, el aminoácido leucina. El químico francés Luis José Prout, trabajando sobre los azúcares, aisló el manitol; el químico y medico inglés William Proust estudiando la bioquímica del riñón, analizó la urea y el acido úrico y descubrió que los cálculos renales estaban formados por ureato amónico; también estudió los jugos gástrico, asegurando que en ellos existía acido clorhídrico puro.

Otros investigadores hicieron trabajos sobre materias albuminoideas, obteniéndose la pepsina, la pancreatina y la peptona; el fisiólogo holandés Mulder propuso en 1838 el nombre de proteínas (del griego proteos = primordial) para denominar a unas moléculas de gran tamaño, en cuya composición entraba a formar parte el carbono y el nitrógeno, y que formaban parte de la mayoría de los tejidos. En 1860 Graham estableció la distinción entre cristaloide y coloide y clasificó a las proteínas como coloides que tenían determinadas propiedades como la de no difundir a través de membranas de pergamino. Bourquelot trabajó sobre los fermentos. Distintos fisiólogos del XIX (Claudio Bernard, Mering...) intuyeron que ciertas glándulas producían sustancias que luego vertían a otras partes del organismo en las que ejercían sus acciones; pero no se habló de hormonas (del griego hormao = excitar) hasta 1904, cuando Baylis demostró que la secreción del jugo pancreático se estimulaba por la presencia de una sustancia segregada por el intestino a la que llamó secretina. La secretina fue la primera hormona conocida, aunque poco antes había sido descubierta la adrenalina. Después se descubrió la tiroxina, las hormonas hipofisarias, las sexuales, etc…

El bioquímico estadounidense, Edwin Joseph Cohn (1892-1953), concentró sus trabajos en el estudio físico-químico de las proteínas séricas, consiguiendo, a mediados de los años cuarenta, la separación por electroforesis de la fracción gamma de las globulinas de la sangre. Las gamma globulinas antienfermedades infecciosas, obtenidas por el método de Cohn, a partir de suero sanguíneo de personas que hubiesen padecido una determinada enfermedad infecciosa, han sido durante mucho tiempo una medicación importantísima a la hora de prevenir ese tipo de enfermedades; desgraciadamente, este método no garantiza, que, durante su preparación, se separe del suero el virus del Sida, con lo cual, y aunque todavía no se ha detectado en el mundo un solo caso de contagio de Sida por la aplicación de una Gamma-globulina, hoy día se le mira con una cierta prevención.

Los estudios de distintos farmacólogos permitieron incorporar a la farmacopea de este siglo drogas como la kamala, lobelia, carragaen, hidrastis canadiensis, eucaliptus, haba del calabar, estrofanto, nuez de cola...

En 1811 se extrajo el yodo a partir de algas marinas.
Un hecho fundamental fue la obtención de los alcaloides en estado puro. Los primeros pasos se dieron al estudiar el opio, pues la opioterapia se había convertido en una medicación habitual en la prescripción de muchos médicos: ya en el siglo XVIII, Boyle había obtenido una morfina impura. Desde principios del XIX, los trabajos de muchos médicos y farmacéuticos de todo el mundo, se encaminaron a desarrollar técnicas que permitiesen la separación de los alcaloides contenidos en el opio en forma de extractos cada vez mas concentrados, y su posterior valoración, hasta conseguir la separación de principios activos puros. Los primeros que se obtuvieron fueron la narcotina y la morfina en 1804.

A lo largo del siglo se obtuvieron otros muchos alcaloides más, de los que se estudiaron sus reacciones químicas y sus propiedades farmacológicas: a partir de la ipecacuana se obtuvo emetina, aunque impura, en 1817; la estricnina, que en esta época se usaba mucho como analéptico, fue aislaba de la nuez vómica en 1818; la quinina se aisló en 1820; la cafeína se aisló en 1821; Albert Niemann extrajo la cocaina y la purificó en 1860.

En 1770 se descubrió que los cálculos de la vesícula biliar humana estaban formados por una sustancia blanca a la que, en 1816, se le puso el nombre de colesterina. Después, con el tiempo, fueron obteniéndose muchas otras sustancias que aparentemente tenían un comportamiento químico semejante, a las que se les dio el nombre genérico de "esteroles". De los principios pertenecientes a este gran grupo, que englobaba ácidos biliares, hormonas, vitaminas, y hasta ciertos venenos, como el de los sapos, los primeros que se obtuvieron fueron los glucósidos (concretamente la digitalina, no olvidemos que otra droga muy usada y por lo tanto muy estudiada en ese tiempo era la digital), y aunque en un primer momento de su estudio se les confundió con los alcaloides, pronto se dieron cuenta de que estaban ante otros principios bioquímicos distintos. La digitalina se obtuvo en 1869, la digitoxina en 1875.

El estudio de los "esteroles" resultó especialmente arduo, su núcleo común no fue caracterizado hasta 1932 cuando se descubrió el ciclopentanoperhidrofenantreno.

En cuanto a los lípidos, el glicerol fue descubierto por Scheele en 1783; un estudio químico más profundo sobre ellos se lo debemos a los trabajos realizados por Chevreul hacia 1811. Los lípidos más complejos fueron estudiados a finales del XIX por Everton y Meyer.

En 1830 Walkenroder aisló de la zanahoria (Daucus carota) una sustancia a la que llamó caroteno; sin embargo, las vitaminas y los antibióticos no fueron descubiertos hasta el siglo XX.

4. Las Especialidades. La revolución Industrial Farmacéutica.

El diccionario de Doña Maria Moliner define "Especialidad" como "(…) medicamento preparado en un laboratorio, y autorizado especialmente para ser despachado en las farmacias con un nombre comercial registrado (…)". Si observamos la lista de sustancias activas de forma farmacológica que se fueron aislando desde el XVIII, es fácil imaginar la autentica avalancha que nuestros compañeros de aquellas épocas tuvieron que vivir.

Las especialidades empezaron a venderse en las farmacias a finales del siglo XIX: las primeras fueron elaboradas en las reboticas de aquellos farmacéuticos que se lanzaron a ser pioneros en esta labor; hasta que la demanda superó con creces la posibilidad de fabricación en las reboticas, sus autores se vieron desbordados ante el doble trabajo de preparar y vender un, cada vez mayor, número de especialidades distintas, y se vieron obligados a elegir su labor.

El embrión de industria nacido en las reboticas fue el primer paso que se dio para el nacimiento del Laboratorio de Especialidades Farmacéuticas actual: la cantidad y la variedad de sustancias nuevas que fueron apareciendo, hizo que sus descubridores, generalmente farmacéuticos, médicos y químicos, comprendieran la necesidad de emplear cada vez mas espacio, mas tiempo y mas medios para poder efectuar su trabajo en optimas condiciones; en una palabra, apareció la especialización en "Especialidades". Así que el farmacéutico investigador y fabricante de especialidades trasladó su trabajo desde la rebotica al Laboratorio, y el farmacéutico dedicado a vender esas especialidades siguió con su labor en la oficina de farmacia.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, químicos y farmacéuticos trabajaron afanosamente en busca de medicamentos sintéticos que se pudieran producir en grandes cantidades, a bajo costo y con mayor control de calidad; esto supuso el acceso a los medicamentos para grandes masas de población. De esta manera, el mundo farmacéutico contribuyó a la Revolución Industrial producida durante este siglo, en lo que se plasmó como una "revolucionaria" mejora de la calidad de vida sanitaria.

5. La eterna pregunta.

El ilustre médico francés Laennec (1755 - 1821) dejó escrito " (…) Las causas de las enfermedades están siempre, por desgracia, mas allá de nuestro alcance (...)”. Este gran médico, especialista en el estudio de la tuberculosis, enfermedad de la que trató durante su vida a infinidad de pacientes, y de la que él mismo acabó muriendo, no llegó a vivir la época en que, por fin, dos extraordinarios científicos demostraron la existencia en la Naturaleza de seres vivos responsables de hacer perder la salud a organismos sanos, y que el conocimiento de estos seres causantes de las enfermedades, por lo menos de cierto tipo de ellas, ponía a nuestro alcance la posibilidad de evitarlas; entre ambos, Pasteur y Koch, consiguieron enterrar la teoría de la generación espontánea, y sentar las bases definitivas para el conocimiento y, por lo tanto, la curación de las enfermedades infecto-contagiosas.

Los problemas que iban surgiendo en la importante industria vinícola y cervecera francesa, hicieron que Louis Pasteur (Dóle 1822-Villeneuve t'Etang 1895) se interesara por la química de las fermentaciones y las estudiara detalladamente. A partir de estos estudios, Pasteur expuso, en 1857, una teoría por la que establecía la relación entre un organismo determinado y cada uno de estos procesos fermentativos. En 1866, publicó una obra "Études sur le vín" en la que recomendaba su esterilización por medio de calor: la pasteurización. Estudiando el fermento butírico, observó que su acción quedaba inhibida frente a la acción del aire; de este proceso dedujo que las fermentaciones eran procesos de "vida sin aire" (anaerobios).

Cada vez más convencido de que detrás de cada enfermedad infecciosa estaba la acción de un microorganismo determinado, en una memoria presentada ante la Academia de Ciencias, negó tajantemente la teoría de la generación espontánea, aportando numerosas experiencias que demostraban la existencia de microorganismos vivos, a los que llamó "corpúsculos organizados" y "gérmenes". La exposición de esta teoría, que se enfrentaba claramente con las creencias científicas de ese momento, produjo gran controversia entre sus colegas.

En 1865 recibió el encargo de estudiar qué agente prodría ser el causante de una enfermedad que había atacado a los gusanos de seda y que ponía en peligro la industria sedera francesa. Aunque no pudo aislar el agente causal, si averiguó que la enfermedad se extendía a través de los huevos de los gusanos , con lo cual consiguió dar con la clave para erradicar la enfermedad. Sobre este descubrimiento publicó en 1870 un "Estudio sobre la enfermedad de los gusanos de seda".

En 1877, partiendo de los trabajos de R. Koch, estudió el carbunco, y en 1879, estudiando una epidemia de cólera en las gallinas, observó que si administraba a gallinas sanas un caldo de cultivo con el germen causante de esta enfermedad, pero que hubiera sido preparado varias semanas antes de su administración, estas gallinas no enfermaban de cólera. En 1880 aisló los estafilococos de un caldo de cultivo con pus extraída de un forúnculo. Pasteur siempre usó para sus siembras un medio de cultivo líquido.

Decidió probar con el carbunco, y aplicó a unas vacas un caldo de cultivo del bacilo del carbunco que antes había calentado hasta cierta temperatura. Las vacas tratadas tampoco enfermaron. En honor a estas vacas, (y a las que en su tiempo usó Jenner para obtener su vacuna contra la viruela) a su descubrimiento le llamó "vacuna". La siguiente enfermedad con la que se enfrentó fue con la rabia, logrando cultivar el virus en la médula espinal de un perro, y luego atenuar su virulencia por desecación de esta médula al conservarla guardada durante un cierto tiempo en un ambiente totalmente exento de humedad. La primera vez que se aplicó a un ser humano la vacuna de la rabia fue, en 1885, a José Meister, un niño de 9 años que previamente había sido mordido por un perro rabioso. El niño no enfermó de la rabia, y así, diez años antes de su muerte, Pasteur dejó consolidada la labor de su vida al demostrar definitivamente la eficacia de las técnicas para la elaboración de vacunas desarrolladas por él.

El médico alemán Roberto Koch (Klausthal,1843 -Baden Baden,1910). Hacia 1872, mientras ejercía como médico rural, estudió el bacilo del carbunco, descubriendo su capacidad de permanecer vivo en el campo durante mucho tiempo, y, por lo tanto, la explicación al "misterio" de la continua aparición, en las mismas zonas rurales, de esta enfermedad, con las consiguientes pérdidas de ganado puesto que los animales infectados morían en menos de 4 días y el peligro de contagio para el hombre. También llegó a demostrar que era el único agente causante del Antrax.

En 1891, fue nombrado director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Berlín, y durante esta etapa, se dedicó al estudio de otras muchas enfermedades infecciosas, perfeccionó considerablemente las técnicas para el cultivo y aislamiento de las bacterias y demostró, por fin, la variabilidad e inmutabilidad de las bacterias patógenas, y su relación directa con las enfermedades infecciosas en los animales y el hombre. En 1882 aisló e identificó el bacilo causante de la tuberculosis, el Mycobacterium tuberculosis.

Roberto Koch usó, en 1881, la gelatina como primer medio de cultivo sólido. Al año siguiente, 1882, Hesse tuvo la ocurrencia de sembrar en agar.

A partir del trabajo de estos dos científicos, otros muchos investigadores centraron sus trabajos en el estudio y aislamiento de las bacteria patógenas.

El investigador español Jaime Ferran (1852-1929) obtuvo, en 1884, una vacuna contra el cólera a partir de cultivos vivos de Vibriurn coma y una vacuna contra las fiebres tifoideas, enfermedad endémica en gran parte de España, y cuya mortandad, antes de poder ser tratada con cloranfenicol era del 80%.

Klebs consiguió aislar y cultivar el Corynebacterium difteriae, responsable de la difteria , el temible "garrotillo", en 1883; cinco años después, en 1888, Yersin obtuvo la toxina diftérica, y Behring el suero antidiftérico (1894). En 1882, Talamon descubrió el neumococo como agente causante de las neumonías. En 1884 Rosenbach continuó con el estudio de los estafilococos aislados por Pasteur, y describió las dos posibilidades de pigmentación (dorada y blanca) que tienen; también estudió y dio el nombre a los estreptococos. En 1886 Weichselbaum aisló por primera vez la Neisseria del líquido cefalorraquídeo de un enfermo muerto de meningitis.

Lancefield estudió y clasificó los estreptococos en 1928. El estudio completo de las Enterobacteriaceas (Pseudomonas, Aeromonas, Enterobacter, Klebsiella, Shigela, Proteus, Salmonella, Escherrichia) ha llevado años; de hecho, hoy día está en completa revisión.

Anaerobios, microbactérias, parásitos, virus... han ido "cayendo" en estos últimos 100 años. Por supuesto, aun quedan muchos retos para la Ciencia medico- ­farmacéutica: el Sida, las enfermedades inmunológicas, el cáncer, las enfermedades degenerativas... son aún misterios por desentrañar.

6. Los medicamentos del siglo XX.

A principios de este siglo, la producción de medicamentos alcanzó gran desarrollo: por fin se pudo disponer de cantidades suficientes de fármacos, sueros y vacunas con los que combatir prácticamente toda clase de problemas médicos. Se obtuvieron, y se usaron con éxito principios activos de origen vegetal (estricnina, quinina, atropina, estrofantina...), de origen mineral (bicarbonato sódico, yodo, bromuros, sales de bismuto usadas contra las diarreas; preparados arsenicales, sales de bismuto y preparados mercuriales usados contra la sífilis), de origen sintético: antitérmicos y antirreumáticos (acido salicilico, y acido acetil salicílico), barbitúricos (veronal, luminal, dial...), anestésicos ( los primeros eran gases como el éter sulfúrico, el oxido nitroso y el cloroformo. Se descubrió la propiedad de la cocaína como anestésico local, y, a partir de ella, se sintetizó la novocaína.

Se dispuso de sueros antidiftérico, antitetánico, antirrábico, anticarbunco y de las primeras vacunas contra la tuberculosis y contra el chanco blanco.

Paul Ehrlich (1854-1915) se propuso buscar compuestos químicos que actuaran selectivamente contra aquella patología para la que iban destinados. Gráficamente, él los llamó "balas mágicas" y la patología que él se propuso combatir fue la sífilis. Hizo 605 ensayos con diversas sustancias, que resultaron fallidos, hasta llegar al ensayo 606 en el que acertó: el dioxi diamino arseno benzol o Salvarsán, obtenido en 1909, funcionaba selectivamente contra ella. En 1912 obtuvo, en el ensayo 914, el Neosalvarsán todavía más efectivo que el primero.

El francés Ernesto Francisco Augusto Fouroeau ( Biarritz, 1872- Ascain, 1949) se formó como químico en su país natal y en Alemania, donde tuvo la oportunidad de trabajar con los mejores químicos de ese país. De vuelta a París, desde muy joven sobresalió por sus investigaciones en química farmacéutica. Desde 1904 dirigió un laboratorio en donde sintetizó el anestésico estovaína, y en 1911 fue nombrado director de la sección de Química del Instituto Pasteur de París. A lo largo de su vida profesional investigó sobre numerosas sustancias: alcaloides, derivados del azufre, del arsénico (sintetizó el acido oxi fenil arsénico), y del bismuto; obtuvo antipalúdicos de síntesis, simpatolíticos, los primeros antihistamínicos y espasmolíticos. Sintetizó la adrenalina.

Consiguió una pequeña cantidad de Germanina, un compuesto que solo fabricaban los alemanes, y, a partir, de ella, descubrió la formula de la germanina sódica, y demostró su acción bactericida; también demostró que el Prontosil alemán debía su acción al grupo sulfamidico de su composición, dando así un paso importante en la obtención de otras sulfamidas.

Su vida personal se vio empañada por su actitud simpatizante con las fuerzas alemanas que ocuparon su país, durante la II Guerra Mundial. Al final de la guerra fue juzgado y condenado por colaboracionista, lo que significó para él el fin de su carrera profesional y el mas absoluto ostracismo por parte de sus colegas.

Como medicamentos específicamente aparecidos ya en el siglo XX tenemos las vitaminas y los antimicrobianos.

1.- Vitaminas

En 1816, el fisiólogo Magendie observó que si alimentaba a animales jóvenes con dietas sintéticas determinadas, estos animales presentaban un desarrollo anormal, enfermaban y morían. El se refirió a este experimento diciendo que se podía comprobar que con estas dietas "(…) no permanecían en buen estado de salud alimentados solo con los principios estaminales, los sacáridos, oleaginosos y albuminosos (…)". Ya en el siglo XVII, un médico holandés había atribuido el beriberi que observó en la isla de Java a la dieta exclusivamente a base de arroz que llevaban sus habitantes. El medico español Casal relacionó, en el siglo XVIII, la pelagra con una alimentación a base de maíz. El medico ingles Kramer aseguró, en el siglo XVIII, que el escorbuto se curaba con zumo de frutas frescas. En 1906, Hopkins relacionó las enfermedades carenciales con la ausencia de ciertos factores cualitativos mínimos en la dieta alimenticia.

Pero la necesidad de ingerir determinados alimentos en la dieta, que aportasen sustancias fundamentales para el organismo, no se conoció hasta principios de nuestro siglo, cuando Funk, en 1912, descubrió que determinadas enfermedades como pelagra, escorbuto o raquitismo se debían a la carencia de algún factor existente en los alimentos, y demostró que el beriberi se prevenía con la administración en la dieta de una sustancia que químicamente parecía ser una amina y que, al ser el beriberi una enfermedad mortal, esa amina se convertía en una sustancia necesaria para la vida, por esto la llamó "vitamina", nombre que luego se generalizó a todas las demás. Años después, entre 1913 y 1915 McCollum y Davies descubrieron en la yema de huevo y en la mantequilla una sustancia liposoluble, la vitamina A, distinta a otras hidrosolubles aisladas por Funk de la leche y las levaduras, las vitamina del grupo B, y desde entonces se ha establecido la distinción entre vitaminas hidrosolubles y liposolubles.

2.- Antimicrobianos

En 1940, D. Wods observó que la inhibición de un crecimiento bacteriano producida por la sulfanilamida, era a su vez inhibida añadiendo al medio de cultivo acido para-aminobenzoico; de esto dedujo que este ácido actuaba como "metabolito" (factor de crecimiento) para las bacterias, mientras que las sulfamidas actuaban como "antimetabolito". Las estructuras químicas tanto de uno como del otro son muy semejantes.

La constatación de este hecho hizo que se intensificara la búsqueda de productos sintéticos, químicamente semejantes a los metabolitos naturales, pero que pudieran actuar como inhibidores (antimetabolitos) del crecimiento bacteriano. Este fue el punto de partida en la búsqueda de sustancias antibióticas. Aunque en un primer momento, el profesor Waksman definió los antibióticos como " […] sustancia química elaborada por microbios y cuya acción inhibidora del crecimiento y actividad metabólicas de otros gérmenes es selectiva, caracterizándose cada antibiótico por su peculiar espectro microbiano […]" y los llamó "productos antimetabolicos de los microorganismos", pronto se comprobó que, además de estos antimetabolitos, actuaban como inhibidores del crecimiento bacteriano muchísimas otras sustancias naturales procedentes de organismos como hongos, algas, líquenes, y vegetales superiores, en muchos casos por mecanismos hasta hoy desconocidos. La mayor cantera de estas sustancias se ha encontrado en los Actinomicetos. Hoy día se conocen más de mil sustancias distintas que actúan frente al crecimiento bacteriano, bien como bactericidas, bien como bacteriostáticos.

Es curioso observar que los mohos y las levaduras se venían usando como medicamentos desde los tiempos más remotos por ejemplo, en Los Vedas, en el papiro de Ebbers, en obras de Hipócrates, Plineo, Galeno y Francisco Bacon ya aparecen citados. Algunos pueblos de América tomaban el Cuxum: una bebida de pan mohoso fermentado. Vuillemint introdujo la palabra y el concepto de "antibiosis" en 1889. Marshall Ward, años más tarde relacionó antibiosis con fenómenos de antagonismo bacteriano. Moose fue el primer médico que empleó científicamente una sustancia antibiótica al tratar un caso de forunculosis con levaduras. A Tyndall se le atribuye ser el primer científico que observó el fenómeno de inhibición bacteriana en presencia de mohos. Louis Pasteur demostró el proceso de antagonismo bacteriano haciendo el siguiente experimento: en un medio con orina ácida sembró Bacillus antracis obteniendo un rápido y abundante crecimiento; seguidamente sobre este cultivo, sembró Bacillus comunis. El resultado fue que el crecimiento del B. comunis impidió prácticamente el del B. antracis.

A Sir Alexander Fleming (1881 - 1955) le llamó la atención el hecho de que en una placa sembrada con un microorganismo, y que había olvidado en el alfeizar de la ventana de su laboratorio, presentara un abundante crecimiento en toda ella, menos en el trozo que estaba infectada de moho; hizo un extracto de este moho y comprobó que también era capaz de inhibir el crecimiento microbiano: había obtenido el primer antibiótico. Así fue como, viendo lo que hasta entonces nadie había sabido valorar, Fleming, en el año 1929, obtuvo la penicilina a partir del molesto "moho contaminante" que tan a menudo invadía los cultivos en los laboratorios de la época, cuando todavía no se conservaban en estufas y la humedad del ambiente más la riqueza del medio de cultivo propiciaban su aparición; este moho era el Penicillium notatum. Fleming se dio cuenta de la importancia de su hallazgo; sin embargo se encontró con el problema, en ese momento insoluble, de separar de ese extracto de moho el principio activo que actuaba como inhibidor. Por eso no fue hasta 1938 cuando, reunidos en la Universidad de Oxford el médico australiano Howard Florey, el bioquímico de origen alemán Erns Boris Chaim, que se había refugiado en Inglaterra huyendo de la locura hitleriana, y el bioquímico británico Norman Heatley formaron un equipo de trabajo con el fin de desentrañar el misterio contenido en el extracto de Fleming. Trabajando duramente, en 1940 consiguieron lo que ellos consideraron penicilina pura, aunque luego comprobaron que solo tenía un 30% de pureza. Siguieron trabajando en el problema de su purificación durante los cuatro años siguientes hasta conseguir penicilina pura en 1944. El hallazgo fue providencial: el índice de curaciones de soldados aliados heridos durante la II Guerra Mundial, y tratados en Inglaterra con el nuevo medicamento estuvo cerca del 90 %.

El segundo antibiótico obtenido fue la estreptomicina. Selman Waksman de la Universidad británica de Rutgers lo obtuvo en 1944 a partir de un Ascomiceto. La gran importancia de este antibiótico fue el ser activo frente al bacilo de la tuberculosis.

Hoy en día se conocen más de 1000 sustancias distintas capaces de actuar frente al crecimiento bacteriano, en muchos casos por mecanismos que aún nos son desconocidos, y en otros muchos, produciendo unos efectos secundarios aún peores que la infección que combaten, de manera que, de todas estas, solo unas pocas decenas son aplicables terapéuticamente.

En cuanto a otros antimicrobianos, en 1932 apareció la primera sulfamida, el Prontosil, sintetizado en Alemania por Klares y usado frente a infecciones producidas por estafilococos y estreptococos por G. Domagk. Años después, en 1935, un grupo de científicos del Instituto Pasteur entonces dirigido por Ernesto Fourneau, anunciaron que habían separado del Prontosil la parte farmacológicamente activa, al conseguir degradarlo de la misma manera que se metabolizaba en el organismo y separar así la sulfanilamida; después se sintetizó la para-aminobenceno sulfamida, una molécula mas sencilla, con menos efectos secundarios desde el punto de vista terapéutico, y verdadero punto de partida de las sulfamidas que se usan hoy día.

Las sulfas se usaron en el tratamiento de todo tipo de enfermedades infecciosas; ante muchas de ellas no eran efectivas, pero desde luego contribuyeron a bajar espectacularmente el índice general de mortalidad.
En el año 1900, el 97% de los habitantes de Europa Occidental estaban afectados de alguna manera por el Bacilo de Koch productor de la tuberculosis, siendo su índice de mortandad de 200 enfermos por cada 100.000 habitantes y año. Los estudios que se hicieron sobre la tuberculosis permitieron a J. Lehman en 1943 la obtención del PAS o acido para amino salicílico. Después se sintetizó la tio amino carbazona, y la hidracida (1951). La estreptomicina sintetizada en 1944 también se demostró activa frente a la infección tuberculosa. El uso de todos estos fármacos antituberculosos permitió rebajar las cifras de la infección espectacularmente, de manera que en unos estudios realizados en 1960 se demostró que, aunque el 60% de la población mundial presentaba algún tipo de afección tuberculosa, la mortandad se había rebajado a 10 enfermos por cada 100.000 habitantes y año.

Hoy día se calcula en unos quince millones las personas enfermas de tuberculosis existentes en el mundo, con una mortandad de tres millones de enfermos por año.

En cuanto al tratamiento del paludismo, como medicamentos específicos se obtuvieron la plasmoquina y la atebrina.

En cuanto a la sífilis, en 1905 Schaudinn y Hoffmann aislaron su agente causante, el Treponema pallidum. El Salvarsan de Ehrlich supuso el primer tratamiento de esta temible enfermedad con un antimicrobiano efectivo y selectivo. Hoy día se trata con penicilina como antibiótico de elección primaria, con un índice de curación del 90%, y con eritromicina y tetraciclinas si el enfermo es alérgico a aquella.
En el tratamiento de las fiebres tifoideas, el antibiótico de primera elección es el cloranfenicol, como ya quedó demostrado desde la primera vez que se usó contra esta gravísima enfermedad, durante una epidemia que se desató en Bolivia en 1947.

En cuanto a las temidas epidemias de peste, Yersin aisló e identificó el bacilo responsable de ellas, la Yersinia pestis, en 1894.

Por otro lado, el conocimiento del papel de las ratas en su propagación, y el de ciertas pulgas como vectores de contagio rata-hombre, de los medios de diagnóstico que hoy día se dispone, así como su tratamiento con sulfamidas y antibióticos, aunque han terminado con las pandemias , no han podido evitar que en el mundo existan lugares donde esta bacteria sigue acantonada: hay cepas de Yersinia pestis en el centro de África, Manchuria, Mongolia, sudeste de los territorios de lo que fue la U.R.S.S., en los alrededores del Mar Caspio y, por supuesto, esporádicamente, aparecen casos en cualquier lugar del mundo…

En cuanto al cólera, Roberto Koch, estudiando una epidemia de esta enfermedad que apareció en1883, en Egipto, obtuvo un cultivo puro de su agente causal, el Vibrio Cholerae. Hoy día se han identificado tres vibriones distintos, diferenciados por sus antígenos. Esta enfermedad, conocida desde la antigüedad y, que producía la muerte entre las cuarenta y ocho y las noventa seis horas siguientes a la aparición de sus primeros síntomas, causó entre 1817 y 1923, seis grandes pandemias, que se extendieron por todo el mundo, desde el delta del Ganges, en la India y desde Bengala, de Este a Oeste, a través de Asia Menor, el Caucaso, Europa Oriental, Europa Occidental y por último América. Hoy día sigue existiendo, pero con un diagnóstico lo mas precoz posible, la rehidratación intravenosa del enfermo, y la administración de cloranfenicol, oxitetraciclinas, neomicina o sulfamidas, la curación es rápida y completa.

***

¿Qué más puedo contar? Gracias a todos estos espectaculares avances médico –­ farmacéuticos, los humanos de hoy en día vivimos en una época privilegiada en la que prácticamente se han vencido todas las patologías: aquellas enfermedades que durante siglos supusieron terribles amenazas para la humanidad, en estos tiempos apenas nos preocupan.

Las empresas farmacéuticas que fabrican a gran escala todas estas especialidades con las que se combaten se han convertido en multinacionales que mueven miles de millones. La capacidad de investigación que hoy se tiene en los grandes laboratorios a Paracelso le parecería un sueño. Y el resultado final de toda esta impresionante trama llega hasta las personas corrientes a través de las oficinas de Farmacia, las boticas de toda la vida. Por mucho que digan que quien domina es Medicina, la gracia la tiene... Farmacia.

FIN

 

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María José Pérez-Fontán

María José es licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo cursado también estudios de Magisterio.

Estos textos son el resultado de meses de investigación y han sido publicados en España y Venezuela.

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